Finalmente la Corte Suprema de Estados Unidos emitió una sentencia cuyo contenido se filtró a la prensa meses antes. El fallo confirmó los temores de una parte importante de la población. A saber, el tribunal anuló jurisprudencia previa que reconocía el aborto como un derecho constitucional.
Alejandro Armas/El Político
El cambio genera mayor consternación entre el electorado de izquierda, que es el que suele votar por el Partido Demócrata. Sin embargo, al mismo tiempo la sentencia judicial pudiera entrañar que algo que ese partido necesita con urgencia: una bandera que movilice de cara a las elecciones parlamentarias de noviembre.
¿Puede la causa por el derecho al aborto cumplir ese papel? Veamos.
Opinión impopular judicial
El presidente Joe Biden y los demócratas están en aprietos. El ocupante de La Casa Blanca se ha vuelto impopular, lastre que se extiende a su partido. Hay una alta probabilidad de que en cuatro meses la oposición republicana tome el control de al menos una cámara del Congreso. Con un Partido Republicano radicalizado al frente de la legislatura, a Biden se le haría prácticamente imposible cumplir con los puntos más importantes de su agenda.
La polémica intensificada sobre el aborto tal vez contribuya a cambiar las cosas. Una encuesta de YouGov y CBS News conducida justo después del fallo estima que 60% de la población la rechaza. La diferencia entre quienes la ven como "un retroceso" y quienes no la ven así es de más de 20 puntos porcentuales.
Y la sentencia indirectamente se puede atribuir al Partido Republicano. Todos los jueces que la respaldaron fueron nominados por Presidentes republicanos. Varios de ellos con poco o ningún apoyo de los senadores demócratas (el Senado confirma los candidatos propuestos por la Casa Blanca).
De hecho, la mayoría conservadora en la corte, que es la que suscribió el fallo, fue construida con maniobras legales pero que rompieron con reglas tácitas de la política norteamericana. Específicamente, la entonces mayoría republicana en el Senado impidió al gobierno de Barack Obama llenar una vacante en la corte en 2016, alegando que era año electoral. Algo sin precedentes, pero que no se repitió cuando a Donald Trump le surgió una oportunidad de llenar otra vacante. Todo esto a hecho que la mismísima constitución actual del tribunal sea vista con malos ojos por una parte sustancial de la población.
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Varios republicanos prominentes han manifestado su inconformidad con el alcance de las nuevas restricciones al aborto. Proponen legislación que lo elimine a nivel federal. Mientras, los demócratas llaman a votar por ellos en noviembre, comprometiéndose a defender el derecho al aborto.
Sin embargo, pudiera resultarles muy difícil hacer de la causa por el aborto un catalizador del voto a su favor, si no se brinda al menos un alivio a otras cuestiones. Sobre todo económicas. La alta inflación en Estados Unidos es en este momento lo que más inquieta a los norteamericanos, y lo que más rechazo a Biden genera.
En un sondeo del mes pasado realizado por Ipsos y FiveThirtyEight, el aumento de precios encabezó la lista de preocupaciones para 52% de los consultados. Solo 4% se pronunció de esa manera sobre el aborto, lo que lo pone en la decimosexta posición. Tal vez el número subió tras la sentencia de la Corte Suprema, pero es improbable que mucho.
Es poco lo que pueden hacer las autoridades en Washington para frenar la inflación que no se haya puesto en marcha ya, como aumentar las tasas de interés. Hay factores exógenos, como el incremento de precios energéticos por la invasión rusa de Ucrania.
Así las cosas, los demócratas tendrían que tener un desempeño comunicacional brillante para convencer a los votantes de que votar por ellos para proteger el acceso al aborto es prioritario. Incluso considerando los golpes continuados al bolsillo.