Las aguas del Mar del Norte, que comparten Noruega, Gran Bretaña, Dinamarca, Holanda, Holanda, y Alemania son fuente de petróleo y gas. Ekofisk es la zona donde la compañía holandesa Phillips Petroleum en 1969 descubrió un enorme yacimiento.
El Político
Ese yacimiento, es en la actualidad la mayor explotación de petróleo y gas ‘off shore’ o mar adentro del mundo, que en la actualidad comparten varias compañías petroleras extranjeras y empresas estatales noruegas.
Los cálculos hechos por NorskHydro y Statoil (hoy fusionadas en Equinor), afirman que las enormes reservas de petróleo y gas del Mar del Norte pueden seguir alimentando los hogares europeos hasta más allá del 2050.
En el momento actual, Noruega produce el 2,5% del gas mundial, según BP Statistics.
La cifra puede parecer modesta si se compara con el 44,1% del gas que produce EEUU al año, pero Noruega es el sexto productor mundial.
Alemania y una decisión política incorrecta
La mitad del gas que produce Noruega acaba en las calefacciones de tres países: Holanda, Bélgica y Gran Bretaña (en suma, más del 55,6% de las exportaciones de gas noruego). A los alemanes, los grandes consumidores de gas de Europa, apenas les llega un 2% de ese gas.
La Federación Rusa, con todo su poder, sólo produce el 16,6% del gas mundial. Lo que pasa es que la mayor parte de ese gas ruso se destina a Europa, que siente adicción por el gas ruso, especialmente los alemanes.
Los noruegos y los rusos, con sus empresas de gas Equinor y Gazprom, han estado "ofertando" sus empresas gasíferas en el mercado europeo para ganarse a los alemanes desde hace años.
Pero los alemanes, por razones políticas del gobierno de Merkel, dieron la espalda al gas noruego y se entregaron al ruso porque formaba parte de su Ostpolitik, su política de acercamiento con el gigante.
Los alemanes pensaban que el abrazo del oso ruso no sería tan peligroso si se acercaban a él. Comería de su mano y se amansaría.
Gasoductos que no funcionan
Por eso, en los últimos 20 años se han construido dos largos gasoductos submarinos llamados Nordstream I y II que conectan puertos rusos con Alemania, en una línea directa.
El Nordstream II se iba a poner en marcha en meses pasados pero la guerra lo ha paralizado. En realidad, la guerra de Ucrania puso las cosas en su sitio de verdad, pues los alemanes se dieron cuenta de que el abrazo del oso les puede estrangular la economía.
Si Rusia les corta el gas, no podrán sobrevivir porque Alemania ha cerrado casi todas sus centrales nucleares, y las otras energías (verdes o carbón) no son suficientes para calentar el país.
Ahora los alemanes y el resto de Europa miran a Noruega porque es el mayor yacimiento de gas del continente.
Noruega ¡Ahora sí!
Noruega se ha convertido en un país aún más estratégico para los intereses europeos tras la invasión de Ucrania.
Las plataformas noruegas que extraen gas están conectadas mediante gasoductos submarinos con diferentes puntos continentales.
Los Europipe I y II surten de gas a Alemania. Norpipe, y Zeepipe, a los Países Bajos, a Bélgica y a Francia. Según los analistas,
Noruega podría suministrar hasta 60.000 millones de metros cúbicos de gas a Alemania, un 80% del gas ruso.
Según la Agencia Internacional de la Energía, en 2021, la Unión Europea importó 155.000 millones de metros cúbicos de gas natural de Rusia, “lo que representa alrededor del 45% de las importaciones de gas de la UE y cerca del 40% de su consumo total de gas”.
La idea de Europa es reducir su uso y las importaciones de gas con el tiempo, pero en el futuro inmediato no hay más remedio que pagarlas.
¿Hasta qué punto puede Noruega ser el gran suministrador?
Según la opinión del historiador François Kersaudy, "hay inmensas reservas de gas y petróleo en Noruega, que no las necesita. ¿Por qué no venden ese gas y ese petróleo a Finlandia o Alemania?”.
Kersaudy escribió su tesis doctoral sobre Noruega, y lo conoce bien.
Hay gas para todos
En los años 70 los noruegos no sabían qué hacer con sus reservas energéticas, porque con la energía hidroeléctrica cubrían sus necesidades. “Podrían ayudar a los finlandeses, que dependen 100% del gas ruso. ¿Por qué no lo hacen?”.
Noruega tiene unas reservas probadas de 1.500 billones de metros cúbicos de gas, según el anuario de energía de la empresa British Petroleum.
En teoría, es cuestión de inyectar más gas en las tuberías, cosa que ha prometido Noruega. “Podemos exportar más gas este verano”, dijo la ejecutiva de Equinor, Irene Rummelhoff, en un comunicado recogido por Reuters.
Equinor es hoy el fruto de la fusión de las empresas estatales noruegas NorskHydro y Statoil. Aunque cotiza en bolsa, la mayor parte de sus acciones (el 67%) las retiene el estado noruego.
El campo de Oseberg incrementerá las exportaciones de gas en alrededor de mil millones de metros cúbicos en este año hasta el 30 de septiembre, mientras que el campo de Heidrun puede aumentar la producción en 400 millones de metros cúbicos este año.
Según Equinor, 1.400 millones de metros cúbicos de gas son suficientes para satisfacer la demanda de gas de unos 1,4 millones de hogares europeos durante un año.
Pero, claro, en toda la Unión Europea hay algo más de eso: hay más cien millones de familias si se estima 4 personas por hogar. Europa por su parte está haciendo los deberes, aunque un poco tarde.
Según Eurostat, la dependencia del gas natural en la UE fue del 83,5% en 2020, frente al 89,5% en 2019. Y la tendencia sigue su curso.
Noruega: ¿salvadora?
Está bajando la dependencia del gas en general, pero a un ritmo muy lento, mientras que el aumento del gas noruego también va a un ritmo muy lento. Es más rápido traer gas de EEUU con barcos metaneros.
De cara al largo plazo, todos estos incrementos de producción se esfumarán porque el gas se extinguirá tarde o temprano. Por ejemplo, Holanda descubrió en 1959 en la provincia de Groningen, una gigantesca bolsa de gas, la mayor de Europa.
Ese yacimiento fue explotado con intensidad, pero en los años noventa se produjo un fenómeno geológico conocido como subsidencia: al vaciarse el gas entre las capas de la litosfera, se produce un corrimiento vertical de tierras que origina pequeños sismos. Entre 2025 y 2028 el campo de Groningen será cerrado.
Subsidencia fue lo que sucedió en España en la plataforma Castor gestionada por ACS y situada enfrente de la costa de Castellón. Se pensaba emplear como el quinto mayor almacén de gas, pero tras las pruebas, ocurrieron cientos de pequeños sismos y el gobierno acabó cerrando el almacén.
El Estado tuvo que indemnizar a la empresa con 1.400 millones. Como se pagará en 30 años, serán 4.700 millones de euros que se cargarán en la factura de siete millones de consumidores.
Todo esto al final prueba que Europa depende de una materia prima que es finita, que es estratégica y cuya escasez marca el paso de los precios mundiales, de la inflación y de la crisis.