La Unión Europea (UE) implementó una medida, considerada agresiva por muchos, al exigir a los grandes servicios de mensajería en línea que sean interoperables.
Mario Beroes/El Político
En Europa, hay dos grandes ideas que prevalecen actualmente entre las personas que regulan las empresas tecnológicas.
Una es que debería ser más fácil competir con los gigantes tecnológicos, y que una buena forma de conseguirlo es obligar a sus servicios a jugar bien con los demás.
La segunda es que la privacidad de los datos de los usuarios es una preocupación primordial, y cualquier intercambio de datos entre empresas debe tratarse con la máxima sospecha.
No está claro hasta qué punto los reguladores se dan cuenta que, en aspectos enormemente importantes, estas ideas están a menudo en conflicto.
Pero en este momento están en un curso de colisión absoluto, y no parece hiperbólico decir que el futuro del cifrado de extremo a extremo pende de un hilo.
Conflicto Ucrania-Rusia
Pero las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania, en la que la policía moscovita detuvo a los manifestantes contra la guerra y revisó los mensajes de sus teléfonos, no son más que la última ilustración de por qué es importante: la capacidad de comunicarse de forma privada en un mundo de vigilancia y retención de datos cada vez más omnipresente tiene una importancia real y práctica para casi todos nosotros.
Las autoridades europeas llegaron a un acuerdo sobre la Ley de Mercados Digitales, una norma histórica que modificará la forma en que los gigantes tecnológicos compiten con sus rivales.
La ley se aplica a lo que denomina "gatekeepers", es decir, cualquier plataforma que tenga una capitalización de mercado de 75.000 millones de euros, o más de 7.500 millones de euros de ingresos en Europa.
Así que: sí a WhatsApp e iMessage; no a Signal y Telegram.
Entre otras muchas disposiciones, la DMA probablemente prohibiría a Amazon utilizar los datos de sus vendedores de terceros para informar sobre el desarrollo de sus propios productos, y exigiría a Android que ofrezca a los usuarios alternativas a la búsqueda y el correo electrónico de Google.
Y hay que decir probablemente, porque el texto actual del acuerdo no está disponible para su inspección pública.
Se especula que lo acordado es esencialmente un marco aproximado para la eventual ley, y que el texto final está aún por llegar.
Mientras tanto, la legislación se está elaborando en grupos de trabajo; parte del lenguaje que están considerando se está filtrando y publicando en Twitter por varias partes.
Esas filtraciones, combinadas con declaraciones públicas anteriores y proyectos de ley previos, es lo que sabemos sobre los planes de Europa para las aplicaciones de mensajería.
Interoperabilidad
Hasta que punto es efectiva la interoperabilidad es una pregunta aún sin respuesta.
Para quien le apetezca tener menos lugares para enviar y recibir mensajes tiene un claro atractivo, más cuando es bien advenedizo utilizar el acceso a las API de iMessage, WhatsApp y similares para poner las innovaciones delante de los usuarios más rápidamente que los gigantes tecnológicos, que suelen ser más lentos, y crecer más rápidamente como resultado.
Pero el impulso simultáneo de Europa para aumentar la competencia y la máxima privacidad de los usuarios parece un caso claro de una mano que no sabe lo que hace la otra.
El hecho es que casi nadie cree que se puedan hacer ambas cosas, al menos no de la forma que la UE ha propuesto.
Y cualquier solución que se materialice puede abrir nuevas y preocupantes vulnerabilidades en torno a la privacidad, la desinformación, la incitación al odio y otras zonas de peligro.
La regulación es siempre una cuestión de intentar resolver viejos problemas sin intentar crear demasiados nuevos en el proceso.
Pero hacerlo con éxito requiere desarrollar un profundo conocimiento técnico de las cuestiones en juego, y debatirlas con expertos en público.
Hasta ahora, la Unión Europea no ha dado muchas muestras de hacer ninguna de las dos cosas. Para que la mensajería encriptada tenga un futuro real, eso va a tener que cambiar, y pronto