En algún momento escribimos sobre la desconcertante situación en la que se encontraba la República de Ucrania. Hicimos una breve reseña de su historia y su relación con la Rusia imperial, la soviética y ahora con la era Putin. Quien ya lleva en el ejercicio del poder directo desde 1.998, ya como Primer ministro, ya como Presidente.
Juan José Monsant/ El Político
Casualmente inicio sus andanzas el mismo año que lo hiciere Hugo Chávez, solo que éste (aparentemente) falleció en el 2.013. Pues como fue toda su existencia, se dio en ese hecho natural, una intermitencia entre realidad y ficción, entre verdad y falacia.
Bajo el mandato de Putin se realizó la segunda guerra con Chechenia (1.999), Georgia (2008), la anexión de Crimea (2.014), la desmembración del territorio ucraniano de la actual Donetsk y Luhansk, la intervención militar en Siria (2.015), Kazahistán (2.021); y ahora, en este momento, en Ucrania (2022).
A ello hay que agregar la solida presencia militar en Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Y, posiblemente, dadas las declaraciones del presidente de Argentina, Alberto Fernández, de ofrecerle su territorio y gobierno como puerta de entrada a la América latina (incluyendo Centroamérica) inferimos que la aspiración de gobierno universal del zar Putin, está en marcha.
Guerra de civilizaciones
Yo sí creo que estamos en presencia de una abierta guerra cultural, de civilización. Entre lo que se llama Occidente, para designar aquellos países o regiones donde se asume la democracia como forma de gobierno, de cohabitación ciudadana. Y el mundo del autoritarismo o despotismo (aunque no el Ilustrado) político, religioso o cultural como el de Putin, Erdogan, Ortega o Maduro.
Tienen en común, no solo el concepto del “gendarme necesario”, del “cesarismo democrático” (una antinomia en sí misma). Sino la propuesta de diluir la estricta separación e independencia de los poderes públicos en el criterio y voluntad del déspota. Así como una marcada intervención estatal en el manejo de la economía.
No necesariamente son marxista, comunistas, estos déspotas. El régimen de Irán lo prueba, el de Siria, el del propio Putin o el de Turquía. Pero sí son estatistas conviviendo con la economía de mercado.
Con la anuencia del gran capital
Quizá por ello le sido tan difícil a Occidente entender este proceso histórico. Y, en consecuencia, no dar una respuesta a esta nueva realidad que conspira contra los derechos humanos y la propia libertad del hombre.
De hecho, es muy posible que estos nuevos autócratas hayan consolidado su poder con la anuencia del poder económico.
Como en el caso de Nicaragua, por ejemplo (claro, ahora están atrapados). O en el caso de Venezuela, aunque es algo diferente porque allí se mezcló el castrismo con la libre empresa y el distanciamiento de la civilización Occidental.
La tesis que usó Hitler
Lo de Ucrania es inaceptable. Occidente no tuvo la capacidad de impedir esta acción geopolítica sustentada en la muy antigua teoría del “espacio vital”. Originada en el siglo XIX por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel sobre tesis nacionalistas y la evolución de la especie de Darwin.
Aunque el término propiamente nació en Suecia de la mano del geógrafo y hombre de Estado Rudolf Kjellén.
De ellos se nutrió Hitler y sus filósofos como Martín Heidegger para justificar y darle sustento académico a su “ebriedad“ nacional socialista, cuando invadió a Polonia el primero de septiembre de 1939.
Igual que ahora lo hizo Vladimir Putin con Ucrania este infame 24 de febrero de 2022. Como en aquél entonces, contó con la cómoda pasividad europea.
Invasión a Ucrania viola todos los tratados
Esta acción camorrera y despreciativa violó el espíritu y texto del Estatuto de Roma, creador de la Corte Penal Internacional. Y coloca a Putin como sujeto activo de un delito contra los derechos humanos.
Igualmente contradice la Carta constitutiva de las Naciones Unidas. (Veremos como reacciona esta institución necesitada de tan urgente actualización).
Lo desconcertante y repugnante es haber visto y sufrido las insólitas tomas de posiciones de hombres nacidos en libertad, formados en libertad, bajo valores concretos de respeto humano, cuyos antepasados se enfrentaron a invasiones, imperios y colonizaciones; y estos, que toman posiciones de abierto apoyo y simpatía al atropello realizado por Putin.
Quien en este momento masacra a un pueblo, una generación y un concepto de vida, tal como lo hizo su compatriota Stalin en 1932. En el genocidio perpetrado contra el pueblo ucraniano, conocido como el Holodomor. Cuando perecieron por inanición más de cuatro millones de hombres, mujeres y niños.
Del mismo modo me refiero a esa extraña coincidencia que se ha dado, quizás no tan extraña, entre el expresidente de los Estados Unidos Donald Trump y el sicario venezolano Nicolás Maduro (aparentemente antiguos enemigos). Cuando expresaron su admiración y respaldo a la acción criminal que Vladimir Putin realiza contra la nación y la República de Ucrania.