Aunque aparente fortaleza y fiereza como el dragón, China; su régimen, es como un saurio, pero de papel y su debilidad está en el enorme hueco o deuda por el descalabro de las principales desarrolladoras inmobiliarias, con Evergrande a la cabeza.
Mario A. Beroes Ríos/El Político.-
Ante esto, el régimen chino, al mejor estilo comunista, congeló los precios del mercado inmobiliario. Como resultado, el número de transacciones en los últimos meses ha disminuido.
Los precios mes a mes también están comenzando a bajar. Las ventas totales de los 100 principales desarrolladores del país se desplomaron un 39,6% interanual en valor el mes pasado.
La situación para los consumidores del gigante asiático está despertando alarmas. Por ejemplo, en un reportaje en la revista Newsweek, se explica que una pareja de clase media le tomaría 47 años comprar un apartamento pequeño, de unos 90 metros cuadrados, en Beijing o Shanghái, si tanto el esposo como la esposa pudieran ahorrar el 100% de sus salarios para la compra.
Más fácil la lotería que la vivienda
Es tal el nivel de dificultad, que los mismos chinos hablan de ganar antes la lotería, que acceder a un modesto apartamento.
De hecho, alrededor de 30 ciudades chinas se niegan a registrar transacciones a precios por debajo de los niveles establecidos por el gobierno.
“El modelo en el que se basa el auge inmobiliario es insostenible”, según recordó el propio Newsweek.
La insostenibilidad es una emergencia para China. El sector inmobiliario representa un inusualmente alto 25% a 30% del producto interno bruto chino.
Moody’s estimó en julio pasado que entre el 70% y el 80% de la riqueza de los hogares de los chinos se encuentra en bienes raíces.
¿Tiene Soros razón?
Entonces, sugiere Soros, que se avecina una crisis económica. Atrapados por fuertes muros monetarios, el pueblo chino no puede invertir fácilmente en activos extranjeros.
Tienen pocos lugares para depositar efectivo dentro de China, por lo que compran apartamentos.
Los apartamentos, como resultado, se han convertido para muchos en algo más que inversiones: son depósitos de valor, similares al papel moneda o las monedas de oro.
Newsweek sostiene que muchos apartamentos en toda China están en manos de “propietarios primerizos”, que no los alquilan porque les resta valor.
En última instancia, los precios tienen que bajar a niveles que la gente pueda pagar.
Como muestra la caída del mercado inmobiliario en las principales ciudades chinas será grande. Los ingresos, suprimidos artificialmente por Beijing durante más de cuatro décadas, no pueden sostener los precios inmobiliarios actuales.
Las desarrolladoras empiezan a entrar en mora, sobre todo desde el pasado septiembre. El más destacado de ellos es Evergrande Group, que ha acumulado la asombrosa cantidad de 305.000 millones de dólares en pasivos.
Alrededor de una docena de otros desarrolladores tampoco han cumplido con los bonos y otras obligaciones desde entonces.
Detrás del muro monetario de China, los funcionarios chinos creen que tienen tiempo para detonar la “bomba de la deuda”, evitando una fuerte corrección de los precios.
Pero la esperanza de recuperación es ilusoria, ya que cuando la inversión se desacelera, como está sucediendo ahora, la propiedad no puede recuperarse.
El rol del régimen
El medio citado publicó que los funcionarios chinos han desafiado continuamente las terribles predicciones, por lo que muchos analistas creen que podrán salir del paso esta vez.
El problema, sin embargo, es que al salir del paso en el pasado, los funcionarios pospusieron las crisis asumiendo deuda adicional y, por lo tanto, haciendo que el problema fuera aún más difícil de resolver.
“Es posible que hayan pospuesto demasiado tiempo para lidiar con eso, porque la confianza de la gente ahora se ha visto afectada”, dijo Soros.
Esa deuda, según algunas estimaciones, ahora ha alcanzado el 350% del PBI. El porcentaje real es desconocido porque los funcionarios provinciales y de menor rango no han informado las obligaciones en las que han incurrido. Nadie sabe el alcance de la llamada “deuda oculta” de China.
La deuda
El pago de la deuda de China requerirá voluntad política en Beijing.
“Xi Jinping tiene muchas herramientas disponibles para restablecer la confianza; la pregunta es si las usará correctamente”, subrayó Soros.
Las herramientas de Xi para lidiar con los precios de las propiedades fuera de control son limitadas, en gran parte debido a otra cosa que Soros mencionó en Hoover: la pandemia china aún fuera de control.
El COVID-19 está arrasando el país y, con vacunas ineficaces producidas en China, la única defensa del país contra el coronavirus es el aislamiento.
El aislamiento es el enemigo del crecimiento económico.
La política de “COVID cero” de Xi ha hecho que mantener la economía interna china sea extremadamente difícil.
Hasta ahora, las exportaciones, que aumentaron un 29,9% el año pasado, han mantenido a China en marcha, pero las medidas de control de enfermedades han socavado el consumo.
Y mientras el consumo, promocionado como el núcleo de la máquina de crecimiento de China, sea débil, Xi no podrá generar el crecimiento necesario para pagar la deuda.