La pérdida de Texas en 1836 y la incapacidad del gobierno de México de recuperar ese territorio durante los años que precedieron a su integración con Estados Unidos, ocurrida en 1845, aún se sienten.
El Político
"Esto es algo que desde aquel tiempo ha afectado el sentido de identidad de los mexicanos y el crecimiento del nacionalismo mexicano", dice Miguel González Quiroga, excatedrático de la Universidad Autónoma de Nuevo León y actual investigador invitado de la Universidad de Texas en San Antonio.
Ese despojo territorial, sin embargo, era en parte consecuencia de una realidad demográfica insoslayable: por cada mexicano que residía en ese territorio había unos 10 colonos de origen estadounidense.
Paradójicamente, estos estadounidenses no habían ocupado por la fuerza el territorio de Texas ni, en la mayor parte de los casos, habían ingresado ilegalmente allí.
Primeros colonos en Texas
El establecimiento de colonos estadounidenses en Texas se inició en la década de 1820 y fue impulsado por Moses Austin, un estadounidense que en la década de 1790 había emigrado al suroeste de Misuri, que entonces era parte de la Luisiana española.
Moses logró prosperar allí e incluso obtuvo un pasaporte español, pero su suerte cambiaría luego de que se concretara la venta de Luisiana en 1803.
"Para él no fue una bendición la noticia de que, con la compra de Luisiana, el territorio pasaba a ser estadounidense. Afectado por la guerra de 1812 y los vaivenes de la economía, para 1819 estaba en bancarrota. Al recordar su experiencia positiva en la Luisiana española, decidió emigrar a Texas y solicitar una concesión para establecerse con 300 familias", escribió Vázquez en el libro "México y el expansionismo norteamericano".
En enero de 1821, Moses obtuvo la autorización por parte de las autoridades españolas; para crear esa colonia en Texas, pero murió poco después, por lo que esa tarea quedó en manos de su hijo Stephen F. Austin, a quien conocen en Estados Unidos como "el padre de Texas".
Reconstruyendo el sur de EEUU en el norte de México
La mayor parte de las familias 300 de Austin procedían de estados del sur de Estados Unidos; en especial de Luisiana, Alabama, Arkansas, Tennessee y Misuri.
Solamente una pequeña parte de esas familias trajeron esclavos y, entre estas, la mayoría tenía apenas dos o tres. Sin embargo, la esclavitud era un elemento central de la colonización de Texas.
"Tener esclavos era algo que solamente podía permitirse la gente rica, pero casi todos los colonos aspiraban a tenerlos porque ese era el camino hacia el éxito en el mundo del algodón", explica Greg Cantrell a BBC Mundo.
Cerca de la esclavitud, lejos de Ciudad de México
Después de traer a las primeras 300 familias, Stephen Austin recibió autorización de las autoridades mexicanas para fundar otras cuatro colonias. En total, llegó a traer a Texas a unas 1.000 familias.
A paso veloz también se fueron estableciendo nuevas colonias, impulsadas por otros empresarios.
No tardarían en aparecer las primeras diferencias importantes con las autoridades de Ciudad de México.
Los colonos angloestadounidenses apostaban a que Texas se convirtiera en un estado con amplia autonomía; en el marco de un México federal, pero no lo lograron y fueron integrados en un mismo estado junto a Coahuila.
Esa autonomía era vista como clave para proteger su forma de vida.