Treinta años atrás, desde la estación espacial soviética MIR, el cosmonauta Sergei Krikalev tenía una vista privilegiada de la Tierra, pero no podía apreciar cómo la Unión Soviética (URSS) comenzaba a esfumarse velozmente. Mientras la gigantesca y poderosa nación se desintegró, Krikalev hacía su trabajo en el espacio.
El Político
En ocasión de la efeméride, la cadena BBC despliega un amplio trabajo sobre lo que ocurría al mismo tiempo en suelo terráqueo y en la estación MIR soviética que orbitaba el planeta.
En efecto, el 18 de mayo de 1991 Krikalev partió a bordo de la nave Soyuz para una misión de cinco meses. Junto a él partieron el también soviético Anatoly Artsebarsky y la británica Helen Sharman.
El lanzamiento tuvo como escenario el legendario cosmódromo Baikonur en Kazajistán. El mismo desde donde la Unión Soviética se puso en ventaja en la carrera espacial contra Estados Unidos, con hitos como poner el primer satélite en órbita, el Sputnik. También el viaje de la perra Laika.
El "último ciudadano soviético": Sergei Krikalev, el cosmonauta abandonado en el espacio mientras la Unión Soviética colapsaba https://t.co/4UQTKBE7Ss
— BBC News Mundo (@bbcmundo) December 25, 2021
URSS en el suelo y el espacio
Krikalev nació en 1958 en Leningrado, que hoy corresponde a San Petersburgo. Se graduó como ingeniero mecánico del Instituto Mecánico de Leningrado en 1981. Luego, tras cuatro años de entrenamiento se convirtió en cosmonauta. En 1988 realizó su primer viaje a la estación MIR, que orbitaba la Tierra a una altura de 400 kilómetros sobre la superficie terrestre. Actualmente, Krikalev es el director de misiones tripuladas de Roscosmos, la agencia espacial de Rusia.
BBC Mundo toma nota del testimonio de Cathleen Lewis, historiadora especialista en los programas espaciales soviético y ruso del Museo Nacional Smithsonian del Aire y del Espacio en Washington D.C, Estados Unidos. Narra: "Krikalev se ganó un lugar especial en la cultura popular. Porque fue uno de los primeros cosmonautas en usar el radio de la estación para comunicarse desde el espacio con radioaficionados en la Tierra".
Lewis se refiere a que durante las largas estancias en la MIR, Krikalev tomaba el radio y conversaba con personas del común que encontraban su frecuencia desde la Tierra. Y de esa manera estableció relaciones informales con gente alrededor del mundo.
La historiadora estima que aunque en el momento de la disolución de la Unión Soviética, junto a Krikalev en la MIR estaba el cosmonauta Aleksandr Volkov. Pero es a Krikalev a quien más se recuerda como "el último ciudadano soviético". "No fue el único en la estación, pero fue el que se volvió una figura pública", dice Lewis.
Krikalev poco supo del desintegro de la URRS
Muy abajo, entre 1990 y 1991 todas las repúblicas que conformaban la URSS se declararon independientes declarado su independencia. A la sazón el presidente Mijaíl Gorbachov con su famosa Perestroika intentó modernizar al país y acercarlo al capitalismo. Para ello descentralizó el poder económico de muchas empresas y permitió la creación de negocios de propiedad privada. Dicho proceso ocasionó mucha resistencia entre miembros del Partido Comunista.
Entre el 19 y el 21 de agosto de 1991, un grupo del ala más dura del Partido Comunista intentó un golpe de Estado contra Gorbachov, en vano. Aunque dejó a la Unión herida de muerte. Mientras Gorbachov perdía el control del país, Krikalev seguía flotando en el espacio. Ante la crisis política y económica que enfrentaba una URSS cada día más fragmentada, a Krikalev se le pidió que permaneciera en el espacio hasta nuevo aviso.
"Para nosotros era algo inesperado, no entendíamos lo que pasaba", recuerda el propio Krikalev en el documental de la BBC "El último ciudadano soviético", de 1993. "Con la poca información que nos daban, tratábamos de tener el panorama completo". Según explica, se enteraba de lo que ocurría gracias a personas de occidente, ya que en ese entonces en la URSS se imponía la narrativa de "todo está bien".
Elena Terekhina, esposa de Krikalev y quien trabajaba como radio operadora del programa espacial soviético, también se comunicaba con él. Pero sin darle mayores detalles de lo que estaba ocurriendo en tierra. Trataba de no hablarle de cosas desagradables y creo que él intentaba hacer lo mismo. Siempre me decía que todo estaba bien, así que era muy difícil saber lo que realmente sentía en su corazón".
La URSS y su último cosmonauta
Krikalev aceptó la misión de extender su permanencia en el espacio, pero reconoció que no fue fácil. Al mismo tiempo, el gobierno ruso le prometía a Kazajistán que como reemplazo de Krikalev enviarían a un cosmonauta kazajo, como una manera de calmar los ánimos entre ambas naciones. Kazajistán, sin embargo, no tenía un cosmonauta con el nivel de experiencia de Krikalev, con lo cual llevaría tiempo entrenarlo. Y mientras tanto, Krikalev siguió en el espacio, expuesto a efectos físicos y mentales que aún hoy no se conocen completamente.
En octubre, tres nuevos cosmonautas llegaron a la estación, pero ninguno estaba entrenado para relevar a Krikalev. Según Lewis, los más preocupados por Krikalev eran las personas de fuera de la Unión Soviética, "imaginándose a un hombre abandonado en el espacio". El 25 de diciembre de 1991 la Unión Soviética finalmente se derrumbó por completo.
En la estación, Krikalev pasaba el tiempo contemplando la Tierra, escuchando la música que ponían sus compañeros y, por supuesto, hablando por radio. Exactamente tres meses después, el 25 de marzo de 1992, Krikalev y Volkov regresaron a la Tierra. En total, Krikalev permaneció 312 días en el espacio y le dio 5 mil vueltas a la Tierra.
Fuente: BBC