Este fin de semana las redes sociales se inundaron de cientos de comentarios sobre un local de Starbucks que abrió en Las Mercedes, Caracas.
El Político
Sin embargo, no se trata de una franquicia oficial de la empresa de cafeterías, sino que es parte de un programa de alianzas internacionales.
El principal indicio de que el programa llegó a Venezuela es que en las fotografías publicadas en redes sociales se apreciaba el logo de Starbucks debajo de la frase We Proudly Serve (Servimos orgullosamente), que es el nombre de la alianza entre esta empresa y Nestlé.
Además, el local de café no cuenta con un espacio propio, sino que está dentro del automercado Yeet Market que abrió en la avenida principal de Las Mercedes, en Caracas.
Starbucks en Venezuela
La llegada de Starbucks, o lo que sea que es, no supone un cambio real en la economía, la política y la cultura de la nación, afectada por la crisis, la pandemia y las problemáticas derivadas de la dictadura. El socialismo tóxico sigue ahí, como el dinosaurio, controlándolo todo como un estado despótico y centralizador, al estilo de China, según Sergio Monsalve en Observador Latino.
La actual mayamización de Caracas expresa una estrategia de apaciguamiento ciudadano, mediante el consumo de espejismos internacionales en una patria bloqueada y condenada por las sanciones. El juicio contra Maduro en la Haya, por casos de violación a los derechos humanos, continúa abierto.
Como no todo es en blanco y negro, la experiencia de cada quien es única y no debe esperar por la autorización de nadie, sea de la diáspora o de la crítica interna. Es decir, usted todavía es autónomo y libre de elegir, dentro de lo que cabe, si desea probar un late de Starbucks, pagándolo a precio internacional por el equivalente de tres cafés criollos. Para ello existe el mercado y las fuerzas que lo organizan en teoría.
Por igual, la administración del local juega en los términos de la ley de la oferta y la demanda, consiguiendo expender un producto que despierta fanatismo y adhesión inmediata, sin violar por ello derechos de autor, como otras franquicias truchas que roban y plagian la imagen de cadenas internacionales, a la usanza de “Five Guys”.
Otras reflexiones de Starbucks en Venezuela
El que se enoje y no sepa manejar su inteligencia emocional, pues asunto suyo. Desahóguese respetando al prójimo, pónganse en el contexto del otro, considere al chico que jamás probó Starbucks y desea degustarlo; o a la tía que adora su café importado e invierte en adquirirlo, para rememorar su último viaje a Estados Unidos, según Monsalve.
Por su parte, las críticas le llueven a Starbucks, desde hace años. Primero, la acusaron de explotar mano de obra subpagada; y de comerciar con el café que cosechan repúblicas africanas, en una suerte de distribución de trabajo neocolonial. Después, en los países de acogida, la franquicia sufre acusaciones por competencia desleal; gentrificación agresiva de los espacios urbanos, salarios bajos; y un diseño hípster que uniforma al consumidor en una experiencia cafetera de contenido ligero.
La estética del local de las Mercedes representa el empaquetamiento y la nada formal que acompañan dichas propuestas; de adaptación de franquicias, al canon de los bodegones criollos, donde la sumatoria y acumulación de productos importados; en anaqueles indiferenciados, intenta ocultar la falta de creatividad e identidad; rindiéndose a una pura recolección de clichés ajenos, como manera de legitimación de capitales.
Estudiando a los analistas de la arquitectura, se dan algunos conceptos de crítica que circulan para ponerle nombre a cajitas como las de Starbucks. En el argot se les llama “junk spaces”(espacios basura), no lugares como de duty free de aeropuerto; y sobremodernidad descafeinada, zerópolis y acuarios de reino artificial; construcciones distópicas que vigilan y excluyen bajo una fachada cool.
No es casual que su expansión caraqueña coincida con la cancelación o suspensión momentánea de los lugares de la seducción; y la resistencia auténtica, de la emancipación y el desarrollo de la disidencia, como la calle, los museos; las librerías y las salas alternativas, cuyas ventanas secundaron a los movimientos de protesta de los años 2014 y 2017, cerró Monsalve.