La campaña presidencial más tensa en lo que va de siglo XXI en Chile terminó con el triunfo del izquierdista Gabriel Boric. Aunque fue el candidato más votado en la primera vuelta, la alternativa conservadora, José Antonio Kast, no pudo repetir la hazaña en el balotaje.
La izquierda está nuevamente rozagante en Latinoamérica, con importantes triunfos que van desde México hasta Argentina. Son, por el contrario, tiempos duros para liberales y conservadores. En general, es poco lo que han podido hacer para frenar la "marea rosa" que sigue golpeando en la región.
De estos logros contados, los primeros vinieron de figuras ideológicamente moderadas como Mauricio Macri en Argentina o Sebastián Piñera en Chile. Pero estos gobiernos rápidamente se volvieron impopulares y fueron desplazados de nuevo por la izquierda. Por ello, muchos simpatizantes de corrientes de derecha atribuyeron el fracaso a la "tibieza". Plantearon que lo necesario es una especie de "fuego contra fuego". Enfrentar a una izquierda populista con populistas propios.
Sin embargo, esa estrategia tampoco ha sido muy efectiva. La derrota de Kast en Chile es la muestra más reciente. Keiko Fujimori igualmente no pudo contra su contrincante socialista, Pedro Castillo. El único radical de derecha que ha tenido éxito como candidato presidencial ha sido Jair Bolsonaro. Pero Bolsonaro no ha podido consolidar un movimiento de firmes convicciones ideológicas. Todas las encuestas apuntan a que sería derrotado duramente en los comicios de 2022 por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
¿Por qué pasa esto?
En realidad apostarle al populismo siempre fue una estrategia muy arriesgada para la derecha latinoamericana. Esto se debe al perfil demográfico de la región, sobre todo en materia socioeconómica.
Aunque no hay una definición universalmente aceptada sobre "populismo", este fenómeno siempre incluye un discurso polarizante que divide a las sociedades en bandos antagónicos. Dependiendo del tipo de ideología del movimiento populista, las divisiones sociales explotadas varían. El populismo de izquierda se inclina por las divisiones de tipo socioeconómico. "Ricos contra pobres". El de derecha, en cambio, por lo general prefiere las divisiones culturales. "Conservadores contra progresistas".
Latinoamérica, con sus fuerte desigualdad socioeconómica, es un terreno mucho más fértil para el populismo de izquierda que para el de derecha. El mensaje de antagonismo de clase cuaja con mayor facilidad. No es que en Latinoamérica no haya conservadores o personas altamente interesadas en causas como el feminismo y el movimiento Lgbti. Pero el votante promedio no está muy pendiente de tales asuntos. Sus inquietudes son más materiales.
No hay respuesta fácil para la gran pregunta que se hace la derecha latinoamericana: ¿Cómo ser una corriente masiva duradera? Pero lo cierto es que el intento populista no está dando los frutos prometidos. Y pese a todas sus fallas, la derecha "tibia" ha tenido más éxitos en comicios presidenciales. La clave pudiera entonces estar en buscar un discurso que entusiasme sin aproximarse a los extremos.