Por primera vez desde que dejó la Casa Rosada, Cristina Kirchner viajará a Buenos Aires sin una cita judicial en la agenda. Llegará el próximo miércoles, con el propósito de intensificar los encuentros y las apariciones públicas. En la mira de varios jueces federales, la expresidenta viene a hacer política.
Más allá de los vaivenes de la coyuntura, cuentan en su círculo más cercano, la estrategia sigue intacta: redoblar la "resistencia" contra las políticas del gobierno de Mauricio Macri y fortalecer la fuerza propia. No con ánimo de ruptura, aseguran, sino como táctica para ganar terreno en la construcción de un espacio común con los peronistas que en los últimos meses renegaron de su conducción.
"El juego de este año es ver quién queda mejor parado para negociar el año que viene, cuando se armen las listas. Hoy, todos buscan ganar protagonismo", explicó a LA NACIÓN un dirigente del kirchnerismo duro. "Los que se alejaron no pueden resolver qué hacer con Cristina, ella mantiene la centralidad, por eso algunos prefieren que vaya presa", profundizó un cuadro de La Cámpora.
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¿Cristina va a ser candidata entonces? Lo definirá al borde del cierre de listas, apelando como siempre a dos ingredientes del ADN kirchnerista: el secreto y la sorpresa. Pero sus dirigentes más cercanos anticipan que "va a jugar" en todo el país. Quieren decir que va a participar de la campaña, apoyando a candidatos propios. También en la provincia de Buenos Aires, donde su popularidad, se envalentonan sus allegados, se mantiene en alza.
Confiados en que la potencia electoral Cristina será determinante en la reorganización del Frente para la Victoria (FPV), en el kirchnerismo duro se muestran dispuestos a compartir la lapicera con los dirigentes que se independizaron de la ex presidenta. "Podemos ser parte de una fuerza que no conduzcamos. Eso mismo iba a pasar si Scioli ganaba las elecciones", dicen. Las PASO serían el método para ver quién pesa más. En la Cámara de Diputados, Diana Conti impulsa un proyecto para que los lugares en las listas se repartan por medio del sistema D’Hont y no según lo que decida la junta del frente electoral.
Reafirmar identidad
En público, la táctica es reafirmarse como el espacio peronista de oposición más clara al Gobierno y cuestionar a aquellos que coquetean con Sergio Massa y con el oficialismo. "Mientras muchos especulan con la ancha avenida del medio, que se transformó en una bicisenda, nosotros tenemos que entregar la vida a vivir en la verdad, como hizo Hebe [de Bonafini]", dijo el secretario general de La Cámpora, "el Cuervo" Andrés Larroque el jueves, en un acto que compartió con la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. "Resistir es construir", fue la consigna.
Fue dos días después del acto de homenaje a Antonio Cafiero, que mostró una amplia postal de PJ no kirchnerista, con presencias del massismo. Fue también una continuidad de la Marcha de la Resistencia, en la que Máximo Kirchner habló ante una plaza semivacía. En el cristinismo reconocen que las cosas no salieron como esperaban, pero niegan que estén aislados. "Puede ser que haya dirigentes que apuesten a un kirchnerismo más marginal, como D’Elía o Esteche, pero esa no es la idea de Cristina. Acordate que Máximo se reunió con Massa", argumentó un cristinista puro.
Cerca de la ex presidenta relativizan el peso de las reuniones de dirigentes, como las que promovió el Grupo Esmeralda, y destacan la participación de columnas propias en la Marcha Federal, que encabezaron las dos CTA. Es más, sostienen que los leales a Cristina tuvieron mayor protagonismo que el conocido en esa movilización. Un dato: Hugo Yasky, jefe de una de las dos CTA, es vicepresidente de Nuevo Encuentro, el partido del Martín Sabbatella, un ultrakirchnerista. Subrayan asimismo que después de meses en los que primaba la idea del diálogo y la moderación, la mayoría del PJ terminó endureciendo su postura contra el Gobierno.
Con información de La Nación