El mulá de los talibanes pronunció que el novel régimen en Afganistán regresará a sus prácticas amputaciones y ejecuciones, los castigos severos, tal como en el pasado, como un encargo de disciplina ideológica.
El Político
La agencia de noticias AP recoge este anuncio informativo, conforme al cual, la milicia islámica regresó al poder en Afganistán. El mulá Nurudín Turabi desestimó las críticas al régimen anterior. Entonces los presos fueron ejecutados en estadios llenos. Y pidió a los demás países no intervenir con el gobierno ahora en turno.
En entrevista concedida a la agencia AP, dijo: “Todo el mundo nos criticaba por los castigos en los estadios, pero nosotros jamás los criticamos a ellos por sus leyes o sus castigos. Nadie nos va a decir cuáles leyes debemos tener. Seguiremos los lineamientos del Islam y nuestras leyes estarán basadas en el Corán”.
Desde que el Talibán retomó el poder en agosto tras una ofensiva relámpago en todo el país y ante la retirada de las fuerzas extranjeras, la comunidad internacional ha estado atenta. A ver si la milicia reimpondrá el estricto régimen teocrático con el que gobernó durante la década de 1990.
#Hilo ? | Mulá de Talibán asegura que volverán amputaciones y ejecuciones.
Nurudín Turabi, fue ministro de justicia y encabezaba el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio —es decir, la policía religiosa— https://t.co/SfaDwwN3Ng
— Diario Las Américas (@DLasAmericas) September 24, 2021
Talibanes en su tinta
Los comentarios de Turabi parecen indicar que la cúpula del grupo permanece sumida en una visión conservadora e intransigente. Si bien ha aceptado ciertos avances tecnológicos, como el uso de los videos y los teléfonos celulares.
Turabi, ahora de unos 60 años, fue ministro de justicia y encabezaba el llamado Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio. La policía religiosa, como la del régimen talibán anterior.
En su momento el mundo condenó los castigos aplicados por el Talibán, que se realizaban en el estadio deportivo de Kabul. Como también en la enorme mezquita Eid Gah, bajo la mirada de cientos de afganos.
Los fueron ajusticiados con tiros a la cabeza, usualmente por un miembro de la familia de la víctima, que tenía la opción de recibir dinero y perdonarle la vida al acusado. A los ladrones se les amputaron las manos. Y y a los convictos de robo en carretera se les quitó una mano y un pie.
Los juicios nunca fueron abiertos al público y los tribunales permanecieron parcializados hacia los clérigos islámicos, cuyo conocimiento de las leyes se limitaba a los edictos religiosos.
Fuente: AP