Tres años después de que celebrasen su primer encuentro, los presidentes de China y EEUU, Xi Jinping y Barack Obama, mantuvieron hoy su última reunión oficial como dirigentes de los países más poderosos del mundo con más de un logro conjunto a sus espaldas, pero múltiples retos para el futuro.
Como no podía ser de otra manera, los dos líderes eligieron su última cita para realizar un anuncio sobre el que ha sido su caballo de batalla común en este trienio: la lucha contra el cambio climático, a la que ya se comprometieron cuando mantuvieron su primer encuentro formal en California (EEUU) en 2013.
La decisión de esperar hasta hoy, víspera de que arranque la cumbre del G20 en Hangzhou (este de China), para ratificar el pacto sobre el clima alcanzado en París en diciembre siguió la tendencia marcada en noviembre de 2014, cuando ambos sorprendieron en Pekín, coincidiendo con una cumbre del APEC, con un histórico acuerdo para recortar las emisiones.
Aunque en esta ocasión no se trató de una sorpresa, ya que el anuncio se había adelantado por varios frentes, el golpe de efecto no fue menor y Obama y Xi empezaron su último encuentro saboreando las mieles del éxito.
Ya en privado, tras salir a la palestra a realizar el anuncio, los líderes repasaron otros logros conseguidos al alimón, especialmente el pacto nuclear con Irán, la lucha contra la epidemia de ébola o el último paquete de sanciones contra Corea del Norte.
"Hemos sido testigos de un equilibrado progreso de nuestras relaciones en los múltiples encuentros que hemos mantenido durante mi presidencia, en consonancia con el concepto de un nuevo modelo de relaciones entre ambos países", decía Obama a su par chino al iniciar su reunión.
Ese "nuevo modelo de relaciones" se convirtió en lema y hoja de ruta de los lazos bilaterales a partir de que los dos se reunieran por primera vez en California, con un Obama que ya llevaba entonces un quinquenio de Gobierno a sus espaldas y un Xi llegado al poder ese mismo año, aún bisoño en alta diplomacia.
Mucho ha cambiado desde esa primera toma de contacto. Obama, ahora de salida, busca en Asia consolidar su legado, tanto en la lucha contra el calentamiento global como en el giro de la política exterior de EEUU hacia este continente, mientras Xi ha dado portazo a décadas de un perfil bajo de la diplomacia china.
Desde su llegada al poder en 2013, China ha elevado el tono en sus disputas con países vecinos en el mar de China Meridional, ha aumentado la mediación en conflictos extranjeros, como el afgano, el iraquí o el sirio, y ha enviado tropas de combate por primera vez al exterior, más en línea con el estatus de potencia del país.
Una postura que, aunque beneficiosa para EEUU en algunos casos -como Oriente Medio o África-, en la parte del Pacífico choca de bruces con el plan de Obama de aumentar su presencia en Asia, creando un "dilema de seguridad", dice a Efe Wang Dong, profesor de Estudios Internacionales de la Universidad de Pekín.
"El hecho de que China aumente sus esfuerzos para reforzar su propia seguridad, lleva a otros (EEUU) a sentirse menos seguros", considera este académico.
Un pulso en seguridad y poder que ambos países también mantienen con respecto al plan de Washington de desplegar el escudo antimisiles THAAD en Corea del Sur, en respuesta al lanzamiento de misiles y pruebas nucleares de Corea del Norte, y que China ve como una amenaza hacia su territorio.
Se trata sólo de algunos de los escollos que impiden que los dos presidentes mejoren de forma significativa su confianza en asuntos de seguridad estratégica, opina Yun Sun, analista del programa de Asia Oriental para el Centro Stimson.
"Aunque es el último encuentro entre Xi y Obama, y en ese sentido es importante, habrá logros en asuntos menos delicados, pero apenas avanzarán en temas de seguridad estratégica", declara a Efe.
Una herencia, tanto en lo bueno como en lo malo, que pasará al próximo inquilino de la Casa Blanca tras los comicios de noviembre, quien Wang considera que, como Obama, "entenderá que las relaciones personales con Xi son importantes y tratará de desarrollar la suya propia".
Para sellar su despedida tras más de tres horas y media de su última reunión, los dos líderes dieron hoy un nocturno paseo por el complejo junto al Lago del Oeste de Hangzhou, en el que intercalaron inocuos comentarios sobre el paisaje o el clima con alguna confesión más profunda acerca del desarrollo de China.
"No me extrañaría que, una vez Obama deje la presidencia, continúe su relación con Xi de algún modo", apuesta Wang, abriendo la puerta a que, más que un adiós, lo de hoy sea sólo un hasta luego.
Con información de EFE