La frase popular: "Lo que es bueno para el pavo, es bueno para la pava", significa que si alguien usa un argumento o un recurso que le da alguna ventaja, también debe aceptar que lo usen contra sí mismo.
En este sentido, la polarización y animosidad políticas vaporizan principios como la ecuanimidad de pavos y pavas. Cada lado de una controversia (demócratas/republicanos; pro-vida/pro-aborto; ley y orden/justicia social) cree en lo bueno para su causa, pero otorga poca potestad al otro lado de usar el mismo principio. Si hay pavo no hay pava y viceversa.
Por eso, es el momento de la grandeza del estadista. Muy escasa en los tiempos que corren, pero una virtud que será bueno rescatar y revigorizar. El equipo legal del Presidente Trump ha señalado y llevado al sistema judicial casos en los que afirma que se cometieron fraudes y delitos electorales en los pasados comicios.
Hasta el momento de redacción, se habían introducido unas 24 causas en tribunales de Pensilvania, Georgia y otros estados. El resultado ha sido doloroso para los abogados del Presidente, liderados por Rudy Giuliani: ni una sola ha prosperado en las cortes de ley, muchas han sido calificadas por los propios jueces como "triviales". Estos resultados, ciertamente, no se corresponden con un "fraude masivo", cuya magnitud ya habría sido detectada, documentada y aceptada en las cortes. Ninguna ha pasado la primera instancia.
Ya incluso la transición ha comenzado, lo quiera el presidente o no.
Podríamos decir que ya Donald Trump tuvo su "cuarto de hora" en los tribunales y, si como parecen indicar todas las señales, las pocas demandas que quedan son descartadas, se esperaría que lo bueno para el pavo lo sea para la pava.
Es decir, que el Presidente y su equipo acepten y reconozcan que tales acusaciones carecen de evidencia (como se ha demostrado en donde corresponde, en el sistema judicial) y que sería un abuso al público estadounidense que se siguieran usando para fines políticos. Eso, obviamente, cuando se ventilen las pocas demandas que quedan y a las que los expertos le otorgan pocas oportundades.
Quedará, por supuesto, un país dividido, ánimos exaltados, y una parte del trumpismo invocando teorías conspirativas, pero ojalá que la mayoría del estamento político se crezca en aquello de que lo bueno para un plumífero que se suele servir el Día de Acción de Gracias, también lo es para el género femenino de esa ave.
Y feliz Día de Acción de Gracia, por cierto.