Las elecciones en los Estados Unidos serán este martes y Donald Trump y Joe Biden buscan ser los inquilinos de Casa Blanca y donde los Colegios Electorales juegan un importante papel.
El Político
90 millones de votos se hicieron de manera anticipada y aunque se espera que 150 millones voten la elección del presidente.
Pero en definitiva la tarea recaerá en un número mucho más reducido de individuos: los 538 integrantes de los Colegios Electorales.
Las personas terminan votando por un grupo de personas designadas por cada partido en los 50 estados del país y en Washington DC para representar su voluntad.
Esos electores son los que, un mes después de los comicios, se reúnen para votar por alguno de los aspirantes al máximo cargo del país. Se espera que apoyen a quien le indicó la ciudadanía de su distrito. Pero no siempre es así.
¿Por qué son 538?
Cada estado tiene asignado un número de electores que equivale a la suma de las bancas que le corresponden en la Cámara de Representantes, que son proporcionales a su población, y en el Senado, donde son dos para todos.
California, el más poblado del país con 39 millones de habitantes, tiene 53 congresistas y dos senadores, así que le tocan 55 votos en el Colegio Electoral. Wyoming, el menos poblado, con solo medio millón de personas, tiene un congresista y dos senadores, lo que suma tres votos.
En total, la Cámara de Representantes tiene 435 escaños y el Senado 100. Si los electores son 538 es porque en 1961 se decidió que la capital del país tenga también tres, como los estados más chicos, a pesar de que no elige congresistas ni senadores.
Filiales republicanas y demócratas
En la previa de los comicios, las filiales republicanas y demócratas de todo el país arman listas con los potenciales electores. En casi todos los estados, el partido que suma más votos pone a la totalidad de los miembros que le corresponden a la jurisdicción en los Colegios Electorales.
Las excepciones son Maine y Nebraska, que eligen a los electores como si fueran congresistas, uno por cada distrito legislativo, lo que permite que distintos partidos tengan lugar en el Colegio en nombre de esos estados.
“La decisión de que la representación en los Colegios Electorales se base en la representación en la Cámara de Representantes y en el Senado ha dado a los estados menos poblados un poder desproporcionado en relación con sus poblaciones. Por otro lado, que el ganador se lleve todos los electores ha fortalecido el sistema bipartidista y ha hecho que los estados pendulares, en los que el resultado es incierto, sean los más valiosos. Por lo general, solo un puñado de estados recibe visitas presidenciales o recursos de campaña cada cuatro años”, explicó Robert Alexander, director del Instituto de Cívica y Política Pública y profesor de la Universidad del Norte de Ohio, consultado por Infobae.
Duras críticas
El sistema tiene muchos aspectos controversiales. Que los ciudadanos necesiten un cuerpo de intermediarios para elegir a su presidente es el más evidente. Sobre todo, porque hay mucha discusión sobre si los electores están obligados a votar al candidato por el que fueron electos.
De hecho, siete cambiaron su voto en los comicios de 2016, un número inusualmente alto. Pero mucho más objetable es que quien suma más votos a nivel nacional pueda no ser presidente, como les pasó a Al Gore en 2000 y a Hillary Clinton en 2016, tras perder en el Colegio ante George W. Bush y Donald Trump.
Criticado por los sectores más liberales, por considerar que mina la legitimidad democrática, y defendido por los conservadores, que argumentan que la fortaleza de los Estados Unidos emana del respeto a las bases institucionales sobre las que fue fundado hace más de dos siglos, el Colegio Electoral es una institución crucial, que sin embargo suele pasar desapercibida. Para entender la política estadounidense hay que saber cuáles son sus fundamentos, quiénes lo integran y cómo funciona.
¿Quiénes son los electores?
La Constitución no establece requisitos para ser elector. Solo les prohíbe postularse a funcionarios federales, ocupen cargos electivos o administrativos. Tampoco fija criterios para la elección. Cada partido puede elegir el que quiera en cada estado.
En algunos, los postulantes a ocupar el cargo se eligen en las primarias, junto a los candidatos a presidente. En otros, no los votan los militantes, pero sí los delegados en las convenciones partidarias que oficializan las postulaciones presidenciales.
Otras alternativas son que los elija directamente el comité central del partido en el estado o los representantes del candidato que se impuso en las primarias.
Ser nombrado elector suele ser un reconocimiento por parte del partido, que necesita contar con personas leales, para tener certezas de que van a votar como se espera de ellos. Suelen ser dirigentes locales, legisladores del estado e incluso activistas muy reconocidos.
La votación
Una vez que se confirma qué candidato a presidente ganó en los distintos estados del país —algo que habitualmente se sabe el martes a la noche, pero que en esta elección se puede demorar varios días por la gran cantidad de votos por correo— queda conformado el Colegios Electoraesl. Lo que muchos no saben es que nunca llega a ser un cuerpo colegiado que funciona como tal: sus 538 miembros jamás se reúnen todos en el mismo sitio.
La Constitución —que de hecho no habla de colegio, sino de electores— determina que las distintas delegaciones de electores deben reunirse el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre —este año será el 14—, en las capitales de sus respectivos estados —por lo general, en el capitolio—.
La ceremonia comienza con la lectura del certificado en el que se da cuenta del resultado de los comicios y de los nombres de los representantes elegidos. Luego, los electores designan a uno de ellos para presidir la sesión.
Entonces, comienza sufragio, en el que primero se vota al presidente y después al vicepresidente, en papeletas separadas. En algunos distritos, hay boletas con los nombres de los candidatos y los electores solo deben marcar en la casilla correspondiente.
Después se cuentan los votos y finalmente se elabora un acta en la que consta cuántos recibió cada postulante, que lleva la firma de todos los electores. Ese documento se envía al Congreso, en Washington DC.
¿Y si hay empate?
La etapa final del proceso electoral se define en la primera semana de enero, luego de que todos los estados envían las actas de votación al Congreso. En una sesión conjunta de las dos cámaras, integradas por sus nuevos miembros, pero presidida por el vicepresidente saliente —ya que el nuevo aún no fue oficializado—, se procede a contar los votos de los 538 electores de todo el país.
Hay dos escenarios temidos por todos cuando una elección es demasiado pareja. Uno es que haya un empate, algo perfectamente posible porque el total es par. El otro es que haya un ganador, pero no alcance la mayoría de 270. En ambos casos, recae en el Congreso la decisión final.
A la Cámara de Representantes le corresponde elegir al presidente entre los dos candidatos más votados. Pero el sufragio no es individual: es uno por estado. Los congresistas de Nueva York, de Michigan o del que sea deben votar primero entre ellos, para decidir a quién va a apoyar el estado.
Ocurrió en los comicios de 1800, cuando Thomas Jefferson y Aaron Burr terminaron empatados en el Colegio Electoral y los legisladores se inclinaron por el primero. A la cámara alta le toca elegir al vicepresidente, pero en ese caso sí votan los 100 senadores.