.No creemos que haya duda de que esta noche los ciudadanos de Estados Unidos tienen un sentimiento de moderado orgullo tras el espectáculo presenciado por más de 100 millones de espectadores. También quizás cierta intriga sobre porqué el primer encuentro pareció más una pelea callejera, que una discusión sobre visiones de gobierno.
Pero más allá de las comparaciones, esta noche los votantes pudieron obtener una idea mucho más clara de los puntos centrales que componen las visiones que están en juego el próximo 3 de noviembre.
Mientras Trump trató de mantenerse a flote ante el ataque por la respuesta al Covid 19, una tarea amarga para cualquier mandatario en ejercicio, e insistir en que no hay otro camino que continuar hacia una apertura del país, su contrincante prefirió dibujar un panorama sombrío con frases como “Oscuro Invierno” y “Futuro de Muerte”.
Biden logró en buena medida despejar las dudas sobre su capacidad mental siendo capaz de hilar efectivamente sus ideas aún sobre su ya acostumbrado tartamudeo y confusión de cifras.
Dos visiones muy bien diferenciadas, una en pos de continuar el camino de independencia económica y energética aún a costa de retrasar la necesaria ruta de atención al medio ambiente, en contraste con una propuesta más radical de política verde a riesgo de una incierta respuesta de la economía. Sin ser demasiado concretos, ambos candidatos defendieron sus visiones sobre la dirección que debe llevar la seguridad social, la política fiscal y la inmigración.
Si bien la cita no estuvo exenta de pugnacidad personal y el aireo de trapos sucios de cada quien, en la que destacaron las recientemente denunciadas prácticas corruptas de la familia Biden en oposición al manejo opaco de los impuestos de Trump, las aguas se mantuvieron en su cauce gracias a una muy bien llevada moderación que quebró las expectativas de privilegios hacia el candidato demócrata.
Pero quizás la revelación más significativa de la noche fue la declaración de Biden sobre su guerra declarada a la industria de hidrocarburos.
Muchos analistas aseguran que este debate no cambiará el rumbo de tendencias, ya en curso que desembocarán en el resultado de noviembre, sin embargo dado el escaso margen que decidirá esta contienda es posible que el carácter proyectado por cada uno de los contenedores, más allá del plano racional en la mente de los espectadores, quedó plasmada la imagen de a quién quieren al frente de los destinos del país por los próximos cuarro años.
ASM