España lleva dos años recuperando posiciones en el ranking de los países que más vehículos fabrican. El año pasado desplazó a Brasil y se colocó octavo, con 2,7 millones de coches. La industria española se propone alcanzar los 3 millones. Por delante tiene a México, que en 2015 produjo 3,5 millones, y trabaja, a su vez, para superar los 4,1 de India.
Así de reñida es la competencia en el mercado global. Las factorías de todo el mundo pelean entre sí por adjudicarse los nuevos modelos de las marcas. Hasta hace poco, las economías emergentes ofrecían la combinación perfecta: costes bajos y una demanda en auge.
Brasil, China, Rusia o Tailandia eran lugares baratos para ensamblar y mercados enormes donde las clases medias aceptaban pagar precios más altos que en Europa y Estados Unidos. Pero ahora que la caída de las materias primas ha moderado su crecimiento y el crédito vuelve a encarecerse, esta ventaja se ha reducido.
El aumento de las exigencias medioambientales para que se desarrollen sistemas de propulsión alternativos (el coche híbrido y eléctrico) y la irrupción de nuevas tecnologías, como la conectividad y la conducción autónoma, obliga a las marcas a sopesar en su elección criterios de experiencia, calidad y eficiencia. Son cualidades de las que España puede presumir.
La industria auxiliar invirtió en 2015 más de 1.000 millones de euros en I+D
Con Información de: Cinco Dias