La jueza Ruth Bader Ginsburg, la recatada instigadora que a los 80 se convirtió en un ícono legal, cultural y feminista de Estados Unidos, murió el viernes a los 87 años de edad.
El Político
La Corte Suprema anunció su muerte, diciendo que la causa eran complicaciones de un cáncer de páncreas metastásico, estuvo rodeada de sus familiares y seres queridos al momento de perecer.
"Nuestra nación ha perdido a una juez de talla histórica", dijo el presidente del Tribunal Supremo John Roberts. "En la Corte Suprema hemos perdido a una querida colega. Hoy lamentamos pero con la confianza de que las generaciones futuras recordarán a Ruth Bader Ginsburg como la conocimos, una incansable y resuelta defensora de la justicia".
Artífice de la lucha legal por los derechos de la mujer en la década de 1970, Ginsburg posteriormente sirvió 27 años en el tribunal más alto del país, convirtiéndose en su miembro más destacado.
Su primera opinión importante como juez llegó en 1996 cuando escribió la decisión mayoritaria en Estados Unidos v. Virginia. El fallo anuló la política de 157 años del Instituto Militar de Virginia de admisiones solo para hombres como inconstitucional y estableció un estándar legal más estricto para la acción del gobierno que trata a hombres y mujeres de manera diferente.
"A las mujeres que buscan y están en condiciones de recibir una educación de calidad VMI no se les puede ofrecer nada menos bajo la obligación del estado de brindarles una protección realmente igual", escribió Ginsburg en la decisión 7-1.
Ginsburg también ganó renombre por sus disensiones contundentes y duras.
En 2009, el presidente Obama firmó su primera legislación oficial con la Ley de Pago Justo Lilly Ledbetter, que anuló efectivamente la decisión del Tribunal Supremo al facilitar la presentación de demandas por discriminación salarial. Ginsburg guardó una copia enmarcada del proyecto de ley, firmado por Obama, en sus aposentos.
Pocos días antes de su muerte, cuando sus fuerzas decayeron, Ginsburg dictó esta declaración a su nieta Clara Spera: "Mi deseo más ferviente es que no seré reemplazada hasta que se instale un nuevo presidente".
Sabía lo que vendría. La muerte de Ginsburg tendrá profundas consecuencias para la corte y el país. Dentro de la corte, no solo se ha ido el líder del ala liberal, sino que con la corte a punto de abrir un nuevo mandato, el presidente del Tribunal Supremo ya no tiene el voto de control en casos muy disputados.
Su muerte inevitablemente pondrá en marcha lo que promete ser una batalla política desagradable y tumultuosa sobre quién la sucederá, y coloca la vacante de la Corte Suprema en el centro de atención de la campaña presidencial.
Fuente Sandiegouniontribune