El ministro de Justicia y Seguridad Pública de Brasil, Sergio Moro, conocido por llevar a prisión a Lula da Silva como juez, anunció este viernes su renuncia tras la destitución del director de la Policía Federal por parte del presidente del país, Jair Bolsonaro.
El Político
El ex juex y hasta ahora mano derecha del Presidente de Brasil alegó que tiene que preservar su legado y se opuso a la destitución de Mauricio Valeixo, el máximo jefe policial.
De este modo la crisis brasileña alcanza grandes dimensiones, en medio de las erráticas políticas que ha asumido el presidente brasileño frente a la epidemia del virus Covit 19 que lleva mas de 400 muertos.
Moro lanzó graves acusaciones contra Bolsonaro y denunció "interferencias políticas" en la lucha contra la corrupción al afirmar que Bolsonaro le había revelado que buscaba reemplazar a Valeixo porque quería en el cargo a alguien con quien tener "contacto personal, para llamarlo y pedir información, informes de inteligencia".
Uno de los aspectos más polémicos de la gestión de Bolsonaro es el protagonismo que tienen sus hijos, los tres están bajo investigación.
Aunque Moro no lo mencionó expresamente, cabe recordar que tres hijos del presidente están bajo investigación.
Moro dijo que él no había firmado la destitución de Valeixo, a pesar de que aparecía en el diario oficial de brasileño con su firma electrónica y la del presidente.
Bolsonaro anunció en Twitter su intención de restablecer la verdad. Añadió que Moro tiene una lucha con su propio ego.
En una declaración oficial televisada, el presidente criticó la forma en que Moro renunció a su cargo asegurado que “no se dignó a hablar conmigo y se limitó a dar una declaración a la prensa prensa para comunicar su renuncia”.
El mandatario añadió que Moro hizo unas acusaciones falsas en su contra y afirmó que jamás a intentado intervenir en los procesos o investigaciones judiciales. “Él hizo acusaciones infundadas”, dijo Bolsonaro.
La renuncia de Moro, que era uno de los ministros más populares del gobierno, conmocionó al país, indignó a simpatizantes del propio gobierno y provocó otra vez cacerolazos de protesta en varias ciudades, que exigían la salida del presidente.
También hundió al real a mínimos históricos ante el dólar y derrumbó el valor de las acciones en la Bolsa de Valores de San Pablo. Es el sexto ministro en dejar el cargo en el tormentoso gobierno de Bolsonaro, que lleva casi 16 meses en la Presidencia de Brasil.
El anuncio de Moro, hasta ahora uno de los ministros estrella del presidente, se da tan solo una semana después de que Bolsonaro destituyese al también popular ministro de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta, por sus desavenencias en la gestión de la COVID-19.
Moro aseguró también que el presidente le transmitió preocupaciones respecto a investigaciones en curso en el Supremo Tribunal Federal (STF), entre ellas una enfocada en esclarecer quiénes estaban detrás de agravios, amenazas y noticias falsas diseminadas en redes sociales contra jueces del tribunal.
Otra investigación, abierta esta semana, apunta a encontrar a los organizadores de los actos que el domingo pasado tuvieron lugar en varias ciudades de Brasil y en los que se reclamó el cierre de la propia Corte Suprema y el Congreso, y se reivindicó la dictadura que gobernó Brasil entre 1964 y 1985.
Bolsonaro participó en uno de ellos, en la puerta del cuartel general del Ejército, en Brasilia. El juez que lleva esta última causa, Alexandre de Moraes, indicó que investiga “hechos en tesis delictivos”. Otra investigación en curso afecta al senador Flavio Bolsonaro debido a denuncias de que el hijo mayor del presidente retenía parte de los salarios de funcionarios de su gabinete cuando era diputado regional en Río de Janeiro.
Moro lamentó que Bolsonaro no cumpliera su promesa de darle carta blanca para ejercer el cargo, al que lo convocó tras ganar las elecciones de 2018. El ex magistrado, al asumir como ministro de Justicia, abandonó más de dos décadas de carrera judicial.
Desde su cargo de juez federal en la sureña ciudad de Curitiba, Moro ganó fama por enjuiciar y condenar al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y desbaratar a través de la operación Lava Jato, el mayor operativo judicial anticorrupción de la historia de Brasil, un contubernio institucionalizado entre políticos y empresas para desviar dinero del Estado a través de distintos fraudes.
En una rueda de prensa en la tarde del viernes Bolsonaro justificó su decisión y dijo que tenía poder de veto ademas de emitir frases despectivas sobre su hasta ahora ministro de confianza.
Moro es un personaje polémico
Como juez, Moro se convirtió en una destacada figura por dirigir el proceso por el que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva acabó en la cárcel y la operación Lava Jato.
Así, se convirtió en un personaje clave en su país: primero puso contra las cuerdas al gobierno de la expresidenta Dilma Rousseff, destituida en un juicio político, y posteriormente condenó a Lula, a quien sentenció a una pena de nueve años y medio de prisión por corrupción y lavado de dinero.
Lula sale en libertad tras pasar 19 meses preso por un caso de corrupción
Al frente de la gigantesca causa de sobornos en Petrobras, Moro llevó a prisión a políticos y a algunos de los empresarios más ricos de Brasil.
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Una gran parte de la derecha brasileña recibió a Moro como una garantía de lucha contra la corrupción cuando Bolsonaro llegó al poder y lo nombró ministro a finales de 2018.
Estas medidas le valieron a Moro tanto aplausos como acusaciones de atropello a la ley y se le objetó su perfil político.
Su nombramiento como ministro de Justicia y Seguridad Pública en el gabinete de Bolsonaro reforzó la opinión de sus críticos, que le reprocharon su falta imparcialidad en el proceso contra Lula, quien fue presidente con el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) de 2003 a 2010.
Y es que aunque en la investigación de la operaciónLava Jato cayeron políticos de todo el espectro, Moro parecía especialmente duro con la izquierda, en concreto con Lula, que salió en libertad el pasado 8 de noviembre tras estar 19 meses en prisión, aunque todavía tiene varias causas pendientes.
La libertad de Lula fue posible tras la resolución que emitió la Corte Suprema de Brasil estableciendo que, como dice la Constitución, un condenado solo puede ir a prisión una vez haya agotado todos sus recursos.