El último continente al que llegó la pandemia tiene más de 3.500 casos en 46 países, cierra sus fronteras y empieza a confinar a la población aún en las naciones que no han sido alcanzadas por esta enfermedad.
El Político
En una reunión virtual con los Estados miembros del G20, Rampahosa ha hecho una petición de ayuda a los países ricos para contener la pandemia en África. No obstante, Matshidiso Moeti, directora regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para África, ha indicado en rueda de prensa virtual que aún tiene esperanzas de que la epidemia se pueda contener en el continente, ya que el virus no ha llegado a todos los países y en varios de ellos solamente hay casos importados.
El coronavirus ya se extiende por África. El último continente al que llegó la pandemia atraviesa todavía su fase inicial, pero el ritmo de contagios se acelera cada día. Ya superaa con creces la cifra de los 2.500 casos, de los que han fallecido alrededor de 10 personas en 46 países, con especial incidencia en Sudáfrica y Egipto.
El Político
Mientras, los gobiernos se apresuran a tomar medidas como cierre total de fronteras, confinamientos, toques de queda y suspensión de la actividad no esencial, la gran preocupación es la falta de medios materiales como equipamiento de protección, camas de aislamiento, y respiradores, y de recursos humanos, sobre todo en los países más vulnerables.
El primer caso registrado en el continente africano fue el 14 de febrero: un ciudadano chino que viajó a Egipto, mientras que Nigeria fue el primer país de África subsahariana en declarar la irrupción de la enfermedad el 27 de febrero, con un viajero procedente de Milán.
En prácticamente todos los países se ha ido repitiendo el patrón: un primer caso importado procedente de Europa, sobre todo de Francia, Italia y España, y a los pocos días comienzo de la transmisión local.
El más afectado
Sudáfrica es la nación más afectada con más de 900 afectados por el coronavirus. El presidente Cyril Ramaphosa ha ordenado el confinamiento total de la población durante tres semanas, solo permitiendo que salgan a la calle los trabajadores sanitarios, personal de emergencia y fuerzas de seguridad, así como ciudadanos con causa justificada.
Estos días se han vivido largas colas en supermercados, fruterías, carnicerías y farmacias por miedo al desabastecimiento.
Egipto, con más de 502 contagios, ha impuesto un toque de queda y ha suspendido todo el transporte público y privado durante dos semanas, mientras que Argelia, con 264 casos ha aislado la provincia de Blida, la más afectada, ha decretado el cierre de locales y ha ordenado el confinamiento de su población durante 12 horas al día.
Escasez de material y de personal sanitario
El anuncio de medidas drásticas, que ha incluido un cierre a cal y canto de fronteras, se ha producido en prácticamente todos los países africanos, incluso en aquellos que aún cuentan con pocos o ningún caso. Marruecos y Ruanda también obligan al confinamiento. El miedo es evidente. Los sistemas de salud son más débiles que en Europa: faltan camas, respiradores, mascarillas y trajes de protección; los médicos escasean, en países como Liberia y Mozambique hay uno por cada cien mil habitantes; y las posibilidades de autoprotección e higiene son complicadas sobre todo para quienes viven en un barrio de chabolas de Sudáfrica o en un campo de desplazados en Burkina Faso.
“África debe prepararse para lo peor” dijo el director general de la Organización Mundial de la Salud, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Ningún país del mundo está realmente preparado para ello, ni siquiera aquellos con un sistema de salud operativo", explicaba el doctor Yusuf Tanko Sununu, que dirige el comité parlamentario para la salud en Nigeria. “Y en las naciones pobres, los hospitales ya se enfrentan a graves problemas”. En Nigeria, el país más poblado de África con 190 millones de personas, hay un solo centro de aislamiento, situado en Lagos, con 50 camas operativas, según denunció la Asociación de Médicos. En Senegal, con 16 millones de habitantes, hay 12 camas.
Cierre de fronteras y toque de queda
Al caer la tarde la Corniche Ouest en Dakar suele ser un hervidero de jóvenes haciendo deporte al aire libre. Estos días, tras la declaración del estado de emergencia y un toque de queda nocturno, apenas se ve a unos pocos atrevidos. Mariama Ndiaye, con mascarilla en la boca, revela sus temores. “Tenemos que ser conscientes de que esto es real, está pasando, no es un invento de los políticos o de los europeos”, dice casi sin detenerse. Todos los contactos de casos confirmados, unas 1.500 personas, han sido trasladadas por las fuerzas del orden a distintos hoteles para su confinamiento durante dos semanas.
Al igual que en Costa de Marfil, en Senegal, con más de 99 casos, la conciencia del problema se va imponiendo en la población, pero a distinto ritmo y no entre todos. El gobierno ha prohibido los actos públicos que incluyan la aglomeración de personas, incluidos los religiosos, una medida que fue desafiada el pasado viernes en algunas mezquitas. Pero no es una cuestión de credos. John Magufuli, el polémico y autoritario presidente de Tanzania, país que tiene más de 12 casos, estableció 14 días de cuarentena para los que entren al país y, al mismo tiempo, instó a los fieles a acudir a las iglesias con normalidad para vencer a un virus “obra de Satán”.
Uno de los países con una tendencia más preocupante es Burkina Faso (114 positivos), en África occidental, que ya se encontraba sumido en una situación de extrema pobreza y golpeado con fuerza por el yihadismo que ha provocado el desplazamiento de un millón de personas de sus hogares. Allí el virus ha mostrado a la población que no distingue entre pobres y ricos. Cinco ministros del gobierno están contagiados y la vicepresidenta segunda del Parlamento, Rose Marie Compaoré, de 62 años y enferma de diabetes, se convirtió en la primera fallecida por la enfermedad en África subsahariana.
Guinea-Bisáu, que no cuenta con camas de aislamiento, declaró el pasado miércoles los dos primeros positivos, al igual que Malí, un país del Sahel, (que es la zona ecoclimática y biogeográfica de transición entre el desierto del Sáhara al norte y la sabana sudanesa al sur), sumido en una profunda crisis de violencia terrorista e intercomunitaria.
En Etiopía, con 12 personas contagiadas, la Fiscalía General del Estado anunció el indulto y liberación de más de 4.000 presos sin cargos de asesinato como medida de prevención por el hacinamiento de sus cárceles. Sierra Leona, por su parte, ha decretado el estado de emergencia durante un año aunque no ha declarado ningún caso todavía.
Perspectivas sombrías
Pese a los preparativos de las últimas semanas, en las que unos 90.000 sanitarios han recibido formación y se ha habilitado la realización de test de detección en 48 de los 55 países del continente africano, las perspectivas son sombrías.
El director de los Centros de Control de Enfermedades (CDC) en África, John Nkengasong, no oculta su preocupación. “Hemos pasado de la amenaza inminente al desastre inminente. Va a llegar a todos los países, las fronteras son muy porosas. Incluso si Occidente está haciendo frente a su propia pandemia, hay que acordarse de África", dijo.
Solicitan ayuda al G2
Los contagiados en África suponen un 0,5% del total del mundo, donde la cifra supera los 482.000. El presidente de Liberia, George Weah, ha compuesto y grabado una canción en la que explica cómo lavarse las manos y el principal líder de la oposición de Uganda ha publicado en redes una iniciativa similar. En Zimbabue ha comenzado una huelga de sanitarios y personal de aduanas del aeropuerto de Harare ya que, protestan, no se les está brindando material de protección.
Eritrea ha prohibido desde el jueves todos los vuelos comerciales internacionales con destino y origen en el país en el marco de las medidas para frenar la propagación del coronavirus. El anuncio, realizado por el Ministerio de Salud en un comunicado, se produjo después de que durante la jornada del miércoles se confirmaran tres nuevos casos en el país, que suma ya cuatro contagiados. Los nuevos casos son tres ciudadanos eritreos que llegaron el lunes a Asmara en un vuelo procedente de Dubai y que dieron positivo a Covid-19.
El confinamiento no es eficaz en África
Tanto Moeti como otros expertos africanos de la OMS y del Centro de Detección de Enfermedades (África CDC) coinciden en que las medidas de confinamiento, las más eficaces para parar la transmisión del virus, "no son tan sencillas" en África.
"Confinar a una población que vive del día a día no es fácil", ha alegado Samb Sow, enviado especial de la OMS para la COVID-19 en África. Para el experto, cualquier medida de ese tipo tiene que acompañarse con una potente campaña de comunicación y con medidas humanitarias para amortiguar los impactos económicos. "Cuando en una misma casa o lugar viven decenas de personas, no es lógico —ha explicado Sow— que se confinen todas si hay un infectado, sino que parece más sensato dejarlas salir que encerrarlas".
Los expertos han pedido una reflexión rápida sobre la aplicación de medidas que ya se imponen en el resto del mundo a un contexto como el africano, donde hay países con conflictos armados, poblaciones sin acceso al agua u hospitales y en zonas con gran número de desplazados y refugiados.
Moeti ha subrayado que, a pesar de que haya contagios no detectados, la OMS descarta que "haya una extensión generalizada de casos sin reportar" o "una gran cantidad de gente andando con el virus".
La mayoría de países africanos, incluso sin llegar a los 100 casos positivos de la enfermedad, han cerrado las fronteras aéreas, marítimas y terrestres y han limitado el movimiento de sus ciudadanos con duras medidas, como toques de queda y confinamientos. Se trata de unas medidas necesarias, según la OMS, pero que no deben impedir que se creen "corredores humanitarios" para que pueda llegar material sanitario a los países, e incluso personal médico y expertos que puedan ayudar en la contención de la enfermedad.
Moeti ha advertido de que en muchos países los casos registrados siguen siendo importados y no se ha notificado contagio local, por lo que considera que "aún hay la oportunidad" de contener la epidemia en naciones que podrían salir muy mal paradas humana y económicamente.
Más, cuando la mayoría de casos proceden de países europeos u occidentales y existen maneras de aislarlos de forma segura antes de que lleguen a zonas como los asentamientos informales o los campos de refugiados, donde esa labor será muy complicada. Por ello, la OMS incide en la necesidad de hacer seguimiento de los contactos de los casos positivos, conseguir aislar a los sospechosos y darles tratamiento en caso necesario a fin de poder romper la cadena de expansión del virus.
En riesgo el turismo de safaris
Los organizadores de cacerías en Botsuana piden que prolonguen la primera temporada de caza, que debía comenzar en abril, porque la pandemia de coronavirus ha provocado muchas cancelaciones de reservas. El país no tiene casos confirmados del virus, pero ha prohibido las llegadas de personas desde 18 países de alto riesgo. El gobierno hasta ahora no ha respondido a esta solicitud.
La pandemia representa una amenaza para economías como Botsuana, donde el turismo es un gran negocio. El año pasado, el gobierno restableció la caza, provocando polémica. Las ganancias de las subastas de licencias de caza alcanzaban anualmente un valor de alrededor de 1.08 millones de dólares antes de que se prohibiera la caza en 2014 debido a la disminución del número de elefantes. Este dinero se destinaba a fondos comunitarios utilizados para el desarrollo.
(Con información del diario El País)