Con el éxtasis del oro de Brasil en fútbol todavía entre sus muros, el mundo volverá a mirar esta noche al Maracaná, donde Rio se despedirá de sus Juegos con una gran fiesta de carnaval, antes de que su compleja realidad le despierte el lunes de su sueño olímpico.
Aunque en menor proporción y duración que en la apertura, los organizadores pretenden llenar otra vez de música el templo del fútbol. Pero lejos del planteamiento conceptual de la inauguración, ahora quieren meter en el estadio a las calles de Rio y sus sonidos, la esencia de esta ciudad multicolor.
Ahora que la casi totalidad de las medallas de oro ya tienen dueño y las leyendas comienzan a marcharse a sus reinos coronados, el gigante sudamericano se despertará del sueño de unos Juegos que acabaron venciendo a los malos augurios cuando miren al palco de autoridades.
Allí no estará el presidente interino, Michel Temer, quien estará representado por el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, evitando así los abucheos de la apertura, donde su actuación fue especialmente breve.
Sin apenas descanso, un Brasil sacudido desde hace meses por la crisis económica y política vivirá unos días históricos a partir del jueves, cuando el Senado abra la sesión para decidir si destituye definitivamente a la presidenta Dilma Rousseff por presunto maquillaje de las cuentas públicas.
La mandataria, que afirma ser víctima de un "golpe" orquestado por el propio Temer -su vicepresidente durante cinco años- y la oposición, tampoco estuvo en la apertura por considerar que había sido relegada a un segundo plano que no le correspondía.
El delicado momento político por el que atraviesa el quinto país más poblado del mundo parece haber enfriado a la mayoría de jefes de Estado y de gobierno, que han preferido delegar su presencia en representantes de menor rango.
Además de los presidentes de Bulgaria y Finlandia o los reyes de Suecia, quién sí estará es el primer ministro japonés, Shinzo Abe, que presenciará cómo su país recoge el testigo de los Juegos antes de que comiencen su viaje hacia Tokio.
Los futuros anfitriones tendrán unos minutos para mostrar a la familia olímpica lo que le espera en 2020, donde aprovecharán también para agradecerle al mundo su apoyo tras el destructor tsunami de hace cinco años.
Vía La Información