Los pacientes con VIH son unos de los que más se han visto afectados por la severa escasez de medicinas por la que atraviesa el país desde hace algunos años. Todo esto, ante la indiferencia del Gobierno nacional, quien se mantiene firme en su negativa de aprobar la ayuda que varias naciones están dispuestas a ofrecer.
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El pasado 6 de diciembre, siguiendo el patrón del presidente Nicolás Maduro, el ministro para la Educación Elías Jaua aseguró que el Gobierno nacional tiene los recursos para pagar los insumos que los países tienen destinados para contribuir con el canal humanitario en Venezuela y que, por lo tanto, no iban a recibir “limosnas”.
Jonathan Rodríguez, presidente de la organización StopVIH, alertó que el inventario de antirretrovirales que actualmente existen en el país alcanza hasta mediados o finales del mes de enero del próximo año, dependiendo de la distribución que le den. Dijo que las personas que tienen VIH están enfrentando en estos momentos una crisis que es “bastante lamentables” y destacó que algunas tienen que apostarse a la espera hasta que los medicamentos lleguen al país porque son medicamentos de muy alto costo.
Mencionó, por ejemplo, que el medicamento original Atripla se consigue en el exterior a un costo de 2 mil 400 dólares; y Truvada, un frasco de 30 pastillas que alcanza para un mes para una sola persona. Es decir, la inversión anual para cubrir el tratamiento rondaría los 28 mil 800 dólares.
Casos en alza
Rodríguez expresó que esta situación imposibilita aún más que las personas tengan acceso a los fármacos siquiera por el sistema privado, tomando en cuenta que el promedio de personas con VIH en Venezuela, según cifras extraoficiales, alcanza los 300 mil casos, pese a que los números publicados por el Ministerio de Salud apuntan que son cerca de 77 mil personas, con sustento a quienes están inscritos en el Programa Permanente de Acceso a Antirretrovirales.
“Para el año 2015 había 65 mil personas con VIH y para este año 77 mil, tomando en cuenta que en Venezuela se infectan al menos 11 mil personas todos los años con VIH y que tenemos 2 mil 500 niños y niñas menores de 12 años infectados. Tenemos una realidad, más allá de que falte uno, dos o tres, no debe faltar ninguno, porque personas con VIH no pueden interrumpir la ingesta de los antirretrovirales”, expresó el presidente de StopVIH a esta redacción.
Según explicó el activista, cuando una persona no se toma el medicamento, el virus se hace resistente y luego, cuando esa persona consiga el fármaco y lo comience a ingerir nuevamente, ya el virus será resistente y el fármaco no hará el efecto que tiene que hacer, que el inhibir la replicación del virus.
De acuerdo con una sentencia emanada del Tribunal Supremo de Justicia en 1999 el Estado venezolano deberá asumir los costos de los fármacos de alto costo, para pacientes oncológicos, con VIH y otras patologías, y la distribución de los antirretrovirales es exclusiva del Ministerio para la Salud, a través del Programa Nacional de Sida.
Rodríguez señaló que de 23 medicamentos necesarios para tratar el virus, en Venezuela solo se consiguen cinco de ellos. Números que fueron respaldados por Johan León Reyes, director general de la organización Azul Positivo, quien agregó que esta cifra es general y que, por lo tanto, puede variar en cada estado. Porcentualmente, un 80% de los fármacos no están disponibles y el 90% de los infectados con VIH no toma el medicamento antirretroviral porque no se consigue.
Un ciudadano de a pie difícilmente podrá tener la posibilidad de sufragar los costos de los medicamentos en el exterior porque son muy elevados y los tratamientos son de por vida. La situación económica actual en Venezuela también obstaculiza las posibilidades de vida de las personas.
Algunos pueden beneficiarse de programas de donación de medicamentos. En el caso de StopVIH, tiene un programa llamado Pura Vida den el cual donan medicamentos antirretrovirales y fórmulas lácteas a las madres con VIH que tienen hijos recién nacidos y no pueden amamantarlos; esto, gracias a la cooperación internacional, de organizaciones y de personas que se encuentran en otros países y se solidarizan con la situación venezolana.
“La mayoría de las personas se benefician del programa, son personas de muy bajo costo, personas que físicamente ves la necesidad que tienen; incluso, porque te dicen: ‘oye, mira, estoy haciendo una sola comida al día, no tengo trabajo’, las zonas donde viven son zonas populares, en líneas generales no es costeable para los venezolanos el tratamiento”, contó Rodríguez.