Hace mucho tiempo que la gruesa y blanca capa de hielo de la pista de patinaje del parque Waraira Repano, en lo alto del sistema teleférico de Caracas, perdió su consistencia. Grandes tramos del piso helado se descongelan poco a poco. El usual frío que invadía el ambiente espeluca y refresca menos. Pero aún pequeño grupo se aventura a calzarse los viejos patines que se alquilan a 5.000 bolívares por apenas 15 minutos.
Gabriela del Mar reveló sus expectativa ante anuncios de Maduro https://t.co/0HffwWTnIf pic.twitter.com/NFXorclWDH
— El Político (@elpoliticonews) September 8, 2017
A Estefanía Salazar también se le derritió el entusiasmo al ver la escena. Recuerda con nostalgia la primera vez que se montó en el teleférico cuando tenía 14 años, en 2003, luego de insistirles a sus padres decenas de veces. Entonces se quedó sin palabras cuando el funicular consiguió altura y vio Caracas a sus pies. Lo tiene vívido en la memoria: la alegría, el frío, las fresas con crema, las caminatas con sus padres y los moretones en las piernas que se ganó por caerse innumerables veces en la pista de hielo. Sin importarle los golpes, ese se convirtió en su lugar favorito.
14 años después, Salazar subió de nuevo para que su pequeña hija fijara las mismas sensaciones. Pero no fue así. La pista de patinaje más que moretones causa salpicaduras, el paso al Humboldt está bloqueado por una reja, ya ni su fachada puede ser disfrutada, y una vez que se está arriba son pocas las opciones de esparcimiento.
Un deshielo no solo de propuesta sino de promesas
Una magia que se prometió en 1999 y que se terminó de esfumar hace una década. Un complejo turístico que nació hace 60 años con ambiciones grandilocuentes en lo alto del cerro El Ávila. Pero el sistema de guayas y funiculares ha tenido una vida azarosa e intermitente. A finales del siglo XX, la firma de una concesión privada auguraba mejores derroteros, luego del último cierre de 1987. Así, la pista congelada se cacareó como de las atracciones más llamativas y rentables del sitio desde su reapertura en 2000, según lo plantearon los gerentes de la Inversora Turística Caracas S.A., quienes estuvieron a cargo de la remodelación total del parque y operaron por ocho años con el nombre de Ávila Mágica.
Seguir leyendo en El Estímulo