El presidente estadounidense Donald Trump llega este lunes a Jerusalén, ciudad santa para los cristianos, los judíos y los musulmanes, tras haber afirmado que la paz entre israelíes y palestinos es posible.
"Si estas tres creencias pueden aliarse y cooperar, entonces la paz en el mundo es posible, incluyendo la paz entre israelíes y palestinos", dijo Trump el domingo en Riad.
Trump estará en Jerusalén el lunes y el martes se desplazará a los territorios palestinos ocupados. Después, viajará al Vaticano.
En Jerusalén, Trump tiene previsto visitar en la tarde el Santo Sepulcro, el lugar más sagrado para los cristianos. Después recorrerá por las calles de la Ciudad Vieja los cientos de metros que separan este lugar del Muro de los Lamentos, el lugar santo donde rezan los judíos.
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El muro está situado junto a la Explanada de las Mezquitas, que es el tercer lugar más importante para el islam.
Trump se paseará así por el complejo laberinto del conflicto entre israelíes y palestinos, con la proclamada ambición de terminar con el conflicto más viejo del mundo.
El corazón del conflicto
Jerusalén, con toda su importancia religiosa, política y simbólica, es el corazón del conflicto. Tanto el Santo Sepulcro, como el Muro de los Lamentos y la Explanada de las Mezquitas están en el este de la ciudad, en la parte palestina, que Israel conquistó en 1967 y anexó en 1980.
Para Israel, es su capital "indivisible", aunque los palestinos pretenden convertir la parte oriental de la ciudad en la capital del Estado al que aspiran desde hace décadas.
En su campaña electoral, Trump prometió transferir la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén, rompiendo con décadas de diplomacia estadounidense y alarmando a los palestinos y al mundo árabe. Ahora ya no parece tener tanta prisa en hacerlo.
Con todo, Israel espera con interés la llegada del presidente de su mayor aliado, tras solo cuatro meses en el cargo, después de que su predecesor, Barack Obama, hubiera tardado cuatro años en visitar el país.
Medidas de confianza
Trump será el primer presidente estadounidense en desplazarse el Muro de los Lamentos. Hasta el momento Washington se negó a que el presidente estadounidense fuera acompañado por un dirigente israelí durante su visita, lo que podría ser interpretado como un reconocimiento de la soberanía israelí en el lugar.
Este es uno de los varios interrogantes que plantea la visita.
El lunes, Trump se entrevistará con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el martes con el presidente palestino Mahmud Abas en Belén, en Cisjordania ocupada.
Netanyahu y Abas no han sostenido ninguna reunión directa sustancial desde 2010. Las últimas negociaciones entre israelíes y palestinos, bajo égida de Estados Unidos, se hundieron en abril de 2014. Desde entonces la paz parece una posibilidad cada vez más lejana. Las intenciones de Trump parecen poco claras tanto para israelíes como para palestinos.
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Una vez investido, Trump comenzó a sembrar las dudas y a alarmar a los palestinos al tomar distancia con la solución de los dos Estados, es decir, la creación de un Estado palestino independiente.
Pero tampoco ha dejado tranquila a la derecha israelí, que soñaba con una colonización sin freno y ha exhortado a Israel a detener el proceso en los territorios ocupados.
El presidente estadounidense busca primero "facilitar" la reanudación de los esfuerzos de paz y obtener de ambos lados un compromiso y la adopción de medidas de confianza, aseguran sus colaboradores.
En fin, el gobierno israelí aprobó el domingo por la noche, "a petición" de Trump, una serie de medidas destinadas a facilitar la vida de los palestinos y favorecer su economía, principalmente sus viajes al extranjero y los desplazamientos de las decenas de miles de palestinos que trabajan en Israel.
Sin embargo, el escepticismo sigue vigente, habida cuenta de las presiones que recibe Netanyahu de la derecha, la avanzada edad del líder palestino (82 años) y las complejas divisiones internas de su bando, sumadas a la tempestad política que espera a Trump en Washington.
AFP