Existen unos ganadores evidentes de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos: los programas nocturnos de comedia. En los últimos meses, la industria humorística ha regresado al centro del entretenimiento estadounidense, acaparando especial relevancia por sus críticas creativas pero también informativas del carácter y las decisiones del republicano en la Casa Blanca.
Entre los más destacados está el programa Saturday Night Live (SNL), cuya audiencia se ha disparado desde que llegó el magnate a Washington por sus imitaciones de Trump y los asesores más cercanos como Sean Spicer o Kellyanne Conway. El show, perteneciente al canal NBC, se emite los sábados a las 11 de la noche. La temporada actual es la más vista de los últimos 22 años de historia del programa, que lleva 42 cursos.
El protagonista principal e imitador de Trump es el conocido actor Alec Baldwin. En febrero, un episodio que parodiaba la posible cercana relación entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, logró un récord de audiencia que no conseguía desde 2011. El episodio lo vieron en directo 10,8 millones de personas.
El impacto es tal que hasta el propio presidente no ha podido evitar criticarles. “NBC es mala pero Saturday Night Live es lo peor de NBC. No es gracioso, los actores son horribles, siempre un trabajo mal hecho. Una televisión horrible!”, tuiteó Trump cinco días antes de tomar posesión del cargo.
Tomado de El País