La canciller federal de Alemania, Angela Merkel, que hoy concluye una gira de tres días en el continente asiático, hizo primero parada en Kirguistán, un país que se encuentra en la posición 146 de 200 países del mundo en la lista de socios comerciales del país europeo.
Pese a que aparentemente Kirguistán no juega ningún papel político ni comercial importante, la visita de Merkel, la primera de un jefe de estado alemán desde la independencia del país a raíz del colapso de la Unión Soviética, envía una clara señal de acercamiento a Rusia.
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Las relaciones de la ex-República con Rusia siguen siendo estrechas. Tanto es así que alrededor de 500 mil ciudadanos viven en el país gracias a las transferencias que los migrantes establecidos en Rusia mandan a sus familiares.
El presidente de Kirguistán, Almazbek Sharschenovich Atambayev, considerado pro-ruso, afirmó que "como país euroasiático, sentimos las consecuencias del conflicto en Ucrania y la crisis entre Rusia y la UE y, queremos, que todas las partes acuerden tan pronto como sea posible un compromiso".
A pesar de los recursos minerales que tiene el país: oro, carbón, petróleo y cobre, 1 de cada 3 habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza y, en la región, muchos son los estados que están lejos del ideal de democracia estable.
La visita de la canciller federal es una mención honorífica, un importante reconocimiento a la única democracia parlamentaria estable y relativamente liberal, en una región donde la milicia terrorista es una constante amenaza para el país.
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Angela Merkel viajó a la zona para asistir al diálogo euroasiático, la XI Cumbre Asia-Europa (ASEM), que reúne a jefes de Estado y de gobierno, representantes de 51 países en Ulán Bator, capital de Mongolia.
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