Elvira Madrid, una de las dirigentes de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, denunció que el Gobierno local fracasó "porque no da alternativas reales" a la prostitución en México.
Redacción El Político
En un último censo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática realizado en el 2010, se reveló que existían entre 143 mil y 862 mil trabajadoras sexuales en el país, ya hace más de cinco años desde el último censo y es seguro asumir que el número de personas involucradas en la prestación de servicios sexuales se ha incrementado desde entonces.
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La prostitución es un fenómeno que existe en México tolerado por las autoridades del estado, ignorado por la población y satanizado por algunos grupos.
La prostitución se define como el acuerdo que existe entre dos personas, independientemente de su género o preferencias sexuales, con la finalidad de llevar a cabo el acto sexual o coito excluyendo el factor afectivo o emocional a cambio de una retribución en dinero. La palabra, per se, prostitución involucra la exposición pública, el abandono, la deshonra, el corromperse por dinero y en México es un tema tabú.
"Damaris" tiene 26 años, abundante melena negra y ojos oscuros de mirada segura e inquisitiva; es madre soltera y ejerce desde hace cuatro años como trabajadora sexual en Ciudad de México, luchando día a día contra la discriminación y el acoso policial. "Pedimos que no se nos juzgue", declara.
"La persecución policial es horrible. Te dicen que eres una puta y eres de lo peor y casi te tratan como animal. Te dicen ‘Si quieres negociar tu libertad, ¿cómo nos arreglamos? Dices que no traes dinero, ¿pues cuánto cobras tú en La Merced? ¿Traes condones? ¿Y cuánto el oral? ¿Y sin condón?'", relató Damaris (no es su verdadero nombre) a Efe.
Después de que 19 sexoservidoras solicitaran una credencial de trabajadoras no asalariadas al Gobierno capitalino en 2007 y les fuera negada, la titular del Juzgado Primero de Distrito en Materia Administrativa en el Distrito Federal, Paula García, ordenó a la Secretaría del Trabajo en 2014 otorgar credenciales a los trabajadores sexuales.
Sin embargo, el artículo 189 del Código Penal de la capital mexicana sanciona con prisión de dos a 10 años y multas a quien "explote el cuerpo de una persona por medio del comercio sexual", "induzca a una persona para que comercie sexualmente su cuerpo con otra o le facilite", o "sostenga lugares de concurrencia dedicados a explotar la prostitución".
"Un cliente no ocasiona que haya trata de personas. Si criminalizan a los clientes, van a hacer la trata aun más clandestina", afirmó a Efe Elvira Madrid, una de las dirigentes de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez.
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A partir del fallo judicial, la juez García ordenó la supresión del Artículo 24 VII de la Ley de Cultura Cívica de la capital, que señala como falta administrativa "invitar a la prostitución o ejercerla, así como solicitar dicho servicio" y denunció que el Gobierno local fracasó "porque no da alternativas reales" a este trabajo, recordó la activista. Hasta ahora dicho artículo sigue en vigor.
Madrid explicó que desde los inicios de la Brigada, organización fundada hace 28 años y que atendió el año pasado a 7.500 trabajadores sexuales, ya había mujeres que estaban siendo obligadas a ejercer la prostitución, aunque subrayó que la mayoría que se dedican a este trabajo lo hacen voluntariamente.
Para la activista, la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Persona, promulgada en 2012 y que equipara la prostitución a la explotación, así como la clausura de zonas de tolerancia (en las que se permite el ejercicio del sexoservicio) orillaron a las mujeres "a lugares más inseguros, porque las chicas no dejan de trabajar".
Frente a esta ambigüedad legal, una de las consecuencias más oscuras para este sector es la persecución policial, ya que los cuerpos de seguridad pueden llegar a aprovecharse de su situación y abusar de ellas.
Para "La Suspiros", natural del estado de Michoacán, de 50 años, que ejerció durante 30 años en la capital mexicana y que actualmente es ama de casa, uno de los recuerdos más dolorosos que tiene de su época de sexoservidora se refiere a los abusos sexuales que sufría de los granaderos (policías antidisturbios).
"Yo recuerdo que cuando estaba chava pasaba una camioneta de granaderos, unos 12. Siempre pasaban por donde yo trabajaba y todos tenían sexo conmigo sin pagarme. Me decían ‘Si no, te vamos a encerrar porque andas moneando (drogando)'", contó esta mujer que también prefirió no dar su nombre, quien consiguió salir de las drogas tras muchos años de adicción.
Pese a los abusos que sufren por ser mujeres y trabajadoras sexuales, las propias autoridades las menosprecian y en algunas ocasiones rechazan sus denuncias, como es el caso de "La Suspiros", quien intentó reportar las violaciones que sufrió, sin éxito.
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"La ignorancia rebasa límites y muchas veces no saben lo que uno pasa o lo que uno vive; por eso no se puede juzgar. Pedimos que no se nos juzgue. No venimos aquí por gusto, sino por necesidad", lamentó Damaris sobre la discriminación que sufren por parte de la sociedad.
En ese sentido, Madrid aseguró que las trabajadoras sexuales casi generan el 2 % del Productor Interno Bruto de México, y que pese a que hay víctimas de trata, "hay gente que vive día a día para poder sobrevivir" y pidió que "no vean a la trabajadora sexual como un objeto, sino como una mujer que sobrevive y que lucha".
Frente a las desigualdades que sufren las mujeres, Damaris llamó a que "le echemos ganas, porque todas somos fuertes" y, en el caso de las trabajadoras sexuales, señaló que "es muy difícil pero todas las que lo hemos vivido somos guerreras".