Irlanda no se cansa de alertar sobre la sacudida que le provocará el Brexit. Lejos de cruzarse de brazos ante la adversidad, Dublín ha decidido explorar su potencial como centro de negocios alternativo a Londres. Un símbolo de esa estrategia es el intento por acoger la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés).
Redacción El Político
Este organismo independiente supervisa el sistema bancario en la UE y coordina las pruebas de resistencia a las entidades financieras. Desde su creación en 2011 ha estado donde la City, en Londres. Pero el divorcio de Reino Unido de sus socios europeos supondrá también la salida de las dos agencias comunitarias que alberga el país: la EBA y la del medicamento, reseñó El País.
El Gobierno irlandés ya ha hecho sus gestiones. “He visitado la agencia y creo que Dublín es la mejor opción para acogerla por el lenguaje, los lazos culturales con Reino Unido… Sería una opción muy popular para los empleados”, aseguraba hace unos días Eoghan Murphy, viceministro irlandés responsable de servicios financieros.
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Murphy sabe bien que la batalla por la asignación de agencias europeas se juega más en los despachos de Bruselas que entre los empleados de esos organismos. Pero cree necesario buscar complicidades en los dos frentes. “Tenemos una oferta muy consistente”, subrayaba en Dublín, en un encuentro con periodistas al que fue invitado EL PAÍS. No es el único contendiente. Madrid puja también por esta entidad supervisora que sirve de imán a las finanzas.
Para potenciar su candidatura, Irlanda asegura haber recibido ya ofertas de empresas financieras que desean instalarse en su territorio. El viceministro rehúsa identificarlas. Pese a sus reducidas dimensiones —menos de cinco millones de habitantes—, el país exhibe un perfil muy orientado al mundo empresarial. Por su apego a la innovación, sí, pero también por sus agresivas políticas fiscales, que animan a los grandes grupos a desviar allí los beneficios generados en toda Europa para tributar menos.