Hace 30 años el mundo se sorprendió con la imagen de un tanque amenazando las puertas del palacio de gobierno en Venezuela. Para ese momento la democracia más sólida de América Latina. Ese 4 de febrero de 1992 un grupo de militares intentó derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez. Con ese evento comenzó la destrucción del tejido institucional del país caribeño. Un proceso que pareciera querer copiarse en otras naciones del mismo hemisferio.
El Político
Aunque Nicolás Maduro quiera disfrazarlo y señale que lo del 4 de febrero de 1992 no fue un golpe de Estado "porque no era organizado por el imperialismo ni las oligarquías", ni pretendía instaurar "una mafia militar", sino que representó un "grito de rebelión contra el intento de colonizar a Venezuela a través del Fondo Monetario Internacional (FMI)"; aquello no pasó de una vulgar asonada militar.
Cuyas consecuencias está pagando el país. No solamente con la desaparición de la institucionalidad y el estado de derecho, sino con la más profunda de las crisis que se recuerde en toda la historia nacional.
Los militares del por ahora
Ese día, un grupo de militares, encabezados por el teniente coronel Hugo Chávez Frías, los tenientes Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, Jesús Miguel Ortiz Contreras y Jesús Urdaneta, quienes venían organizándose y conspirando desde hacía muchos años, pretendieron derrocar al gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez.
No lo consiguieron, pero la manera tan torpe en que el gobierno nacional manejó la situación, se especuló en que altos mandos estaban comprometidos. Permitieron que Hugo Chávez al rendirse con la famosa frase “Por ahora”, se trocara en un ídolo.
Convirtiendo su fracaso en el comienzo de una victoria.
Caldera les dio oxígeno
En política los errores se pagan demasiado caro. Eso aconteció cuando Rafael Caldera, desde su segunda presidencia, el 12 de febrero de 1994, dio libertad plena a Hugo Chávez y a quienes con él conspiraron.
El segundo error de Caldera con Chávez fue el 2 de febrero de 1999. Al momento de juramentarse ante el Congreso Nacional, lo hizo con las palabras: ”Juro ante esta Constitución moribunda”.
Aquello era inaceptable, pero ante la indiferencia del propio presidente Caldera y la mayoría opositora, Chávez ya comenzaba a señalar que haría lo que le viniera en gana.
Chávez presidente: El comienzo el fin
En las elecciones del 12 de febrero de 1998 Hugo Chávez ganó cómodamente con un 56% de los votos.
No se imaginó el pueblo venezolano que cavaba su propia sepultura.
Desde el primer instante comenzaron las expropiaciones, la negación de la libertad de expresión. Con el fueron desapareciendo emisoras de televisión y cientos de emisoras de radio por apenas pronunciar palabras contra el régimen.
Despidió en un programa de televisión a más veinte gerentes de la industria petrolera, acabó con la ganadería, la agricultura y las empresas del hierro y el aluminio.
Para rematar su obra del mal, nombró a su heredero: Nicolás Maduro.
Maduro: El fin de la tragedia
Resulta hasta odioso narrar en una breve nota los descalabros de un gobierno que tiene al país situado como de los peores del mundo.
Expulsado de los organismos internacionales, repudiado por todos los gobiernos amantes de la libertad, ha tenido que cobijarse con Rusia, China, Turquía o Irán.
Más de seis millones de venezolanos han huido desesperadamente en busca de un lugar donde sobrevivir. No está en la OEA, Mercosur y es investigado por la Corte Penal Internacional por la violación sistemática de los derecho humanos.
En ese ambiente tiene todavía el cinismo de intentar presentar ante el mundo el 4 de febrero de 1992 como un canto a la esperanza y al mejor vivir. Hay que ser bien descarado.