Casi 43 años después de un atentado en París que causó dos muertos y decenas de heridos, el venezolano Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos El Chacal, es juzgado a partir del lunes ante un tribunal especial de la capital francesa.
En momentos en que Francia está confrontada desde 2015 a una serie de atentados islamistas, la justicia se dispone a remontar en el tiempo hacia otros años de ‘plomo’, los de las décadas de 1970 y 1980, cuando Europa sufría acciones terroristas antiimperialistas en nombre de la causa palestina.
‘El Chacal’, de 67 años, figura del terrorismo internacional de esa época, será juzgado durante tres semanas en París por un tribunal especialmente constituido por magistrados, por el atentado más antiguo que le reprocha la justicia francesa. Será el último por el que comparecerá en Francia.
La tarde del 15 de septiembre de 1974, dos personas murieron y 34 resultaron heridas por la explosión de una granada lanzada en el interior de la tienda Drugstore Publicis, en pleno centro de París.
Carlos, encarcelado en Francia desde su detención en Sudán por la policía francesa en 1994, ha sido condenado ya dos veces a cadena perpetua por el asesinato de tres hombres, entre ellos dos policías en 1975 en París, y por cuatro atentados con explosivos que dejaron 11 muertos y 150 heridos en 1982 y 1983, en París, Marsella y en dos trenes.
‘Doblegar al gobierno’
“¡Al fin un juicio! las víctimas esperan desde hace tanto tiempo que Carlos sea declarado culpable y condenado, sus heridas jamás se cerrarán”, dice el abogado Georges Holleaux, que representa a 18 de las 30 partes civiles del proceso, entre ellas las viudas de los dos hombres muertos en el atentado.
“¿Qué interés tiene celebrar este juicio tantos años después de los hechos? Es algo extravagante (…)” denuncia por su parte la abogada de Carlos, Isabelle Coutant-Peyre, y recuerda que su cliente niega los hechos por los que es juzgado, en particular los “asesinatos en relación con una empresa terrorista”.
Este juicio es cuestionado por la defensa, que alega la prescripción de los hechos. Pero tras una batalla legal, la justicia rechazó el argumento al estimar que esta prescripción fue interrumpida por los actos de procedimiento llevados a cabo en los demás casos en que está implicado Carlos, pues los hechos “se enmarcan en la perseverancia de un compromiso terrorista”.
En entrevista a fines de 1979 a la revista Al Watan Al Arabi, Carlos reconoció haber lanzado la granada. Sin embargo luego negó haber concedido esta entrevista.
Para la fiscalía, el atentado de París se enmarcó en el contexto de una toma de rehenes que se perpetrando en la embajada de Francia en La Haya. Un comando del Ejército Rojo Japonés (ERJ), emanación del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP) –en el que Carlos era miembro de la rama “operaciones especiales”– exigía la liberación de uno de sus miembros arrestado en el aeropuerto parisino de Orly dos meses antes.
Este hombre portaba documentos sobre proyectos de secuestro, con demandas de rescates, de directores de filiales de empresas japonesas establecidas Europa, para financiar al ERJ.
Promotor de la toma de rehenes de La Haya, Carlos habría tomado la iniciativa de lanzar la granada en París para doblegar al gobierno francés. Lo consiguió. El detenido japonés fue liberado y se pudo reunir en Adén (Yemen) con los demás miembros del comando de La Haya.
La acusación se basa también en los testimonios de antiguos compañeros de ruta de Carlos, entre ellos el exrevolucionario alemán Hans-Joachim Klein, a quien el venezolano habría confiado querer “presionar para que se libere al japonés”.
Los investigadores también reconstituyeron el circuito de la granada utilizada en el atentado, que procedía del mismo lote –robado en 1972 en un campamento militar estadounidense– que las usadas por los secuestradores de La Haya, o la descubierta en París en el domicilio de la amante de Carlos.
AFP