El caso del ex infante de marina norteamericano, Paul Whelan, detenido en Moscú el 28 de diciembre de 2018 y acusado de espionaje por llevar supuestamente encima un dispositivo USB con una lista de agentes pertenecientes a un departamento de los servicios secretos rusos continúa siendo uno de los principales motivos de discordia y tensión en las relaciones entre Moscú y Washington, enfrentados ya por la paridad nuclear, la anexión de Crimea, el envenenamiento de Skripal y las guerras en Siria y Ucrania.
El Político
El juicio contra Whelan, de 50 años de edad, comenzó el 23 de marzo y hoy ha quedado visto para sentencia, que será emitida, según el tribunal, el próximo 15 de junio.
Desde su arresto, ha estado todo el tiempo en prisión preventiva. En la vista celebrada hoy se han presentando las últimas alegaciones y el fiscal ha pedido para él una condena de 18 años de cárcel en «régimen severo».
Se declara inocente
Su abogado, Vladímir Zherebénkov, manifestó a la prensa que su defendido se ha vuelto a declarar inocente y solicitó la absolución. Según Zherebénkov, los testigos de la acusación han sido fundamentalmente miembros del Servicio Federal de Seguridad (FSB o antiguo KGB) y en las pruebas presentadas contra Whelan «hay indicios de incitación al delito por parte de una persona, que llevó la iniciativa en todo momento».
El juicio contra el exmarine, que tiene nacionalidad estadounidense, canadiense, británica e irlandesa, ha tenido lugar a puerta cerrada por las restricciones debidas al coronavirus y por la información «confidencial» que, según el juzgado, incluían los materiales de la causa. Ello ha imposibilitado que pudiera ser lo transparente que habían pedido las autoridades norteamericanas.
Trato «horrible»
Nada más comenzar el proceso, el embajador de EE.UU. en Rusia, John Sullivan, aseguró que «esto es un problema en nuestras relaciones, es horrible cómo tratan a Paul». De acuerdo con las palabras pronunciadas entonces por Sullivan, «está detenido sin ninguna prueba de su culpabilidad». Sus familiares denunciaron que padecía una hernia y no fue atendido debidamente, además de que sufrió otro tipo de malos tratos en la cárcel. El propio Whelan afirmó en octubre que fue agredido por guardias de la prisión y amenazado con una pistola, comportamientos que las autoridades rusas niegan que hayan tenido lugar.
Zherebénkov sostiene que su cliente cayó en un trampa que le tendió una persona de la que recibió un dispositivo USB mientras estaba en su habitación del hotel Metropol de Moscú. Creyó que contenía fotografías de unas vacaciones en Rusia, pero, según la acusación, se trataba de una lista con información altamente sensible de un organismo ruso secreto. Justo cinco minutos después, aparecieron hombres armados del FSB y lo detuvieron «con las manos en la masa», informaron entonces los servicios de inteligencia rusos.
Posible canje
Fuentes de la investigación sostienen que el exmarine, que tiene ciertos conocimientos de lengua rusa, llevaba años contactando con personas que conocía en las redes sociales rusas. La agencia rusa Rosbalt informó entonces que la CIA examinaba las identidades de esas personas y, con aquellas que podían tener interés por su proximidad a información secreta, entablaba una relación más constante. La misma fuente señaló que el exmarine viajó a Rusia varias veces. Ahora se especula con la posibilidad de que Whelan pueda ser canjeado por el piloto ruso Konstantin Yaroshenko, encarcelado en Estados Unidos por cargos de contrabando de estupefacientes, o por el traficante de armas, Víctor But, también en prisión en EE.UU.
Según informaciones aparecidas en la prensa en los últimos meses, Whelan nació en Ottawa (Canadá) y fue expulsado en 2008 del Ejército estadounidense por un delito de hurto. Sirvió en Irak. Antes de ser arrestado en Rusia, trabajaba como director de seguridad de la empresa estadounidense BorgWarner de componentes para vehículos. Según su hermano David, viajó a la capital rusa en diciembre de 2018 para acudir a la boda de un amigo.
Fuente: ABC